Wednesday 20 April 2011

JUAN FERNANDEZ KROHN HABLA SOBRE EL ABBÉ DE NANTES

¿Embajada en el Vaticano de la generalitat de Cataluña?

19.04.11 | 18:46. Archivado en Cataluña: malentendido linguistico y chantaje separatista, Canonización de Wojtyla (recogiendo el guante del desafío)
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No había vuelto a oír hablar de ellos desde la muerte de su padre/fundador el pasado año como si se les hubiese tragado la tierra a medida que se prosigue la cuenta atrás en los preparativos de la beatificación de Juan Pablo II y heme aquí que de pronto les oigo levantar la voz de nuevo alto y fuerte, en el mismo estilo inconformista y profético y subversivo se diría casi de su fundador, y me refiero a la comunidad católico/tradicionalista del presbítero francés Abbé de Nantes -la Contrarreforma católica- presente hace dos días en Roma, plaza de san pedro denunciando "la apoteosis del Anti-Cristo" que viene a consumar la turbo/beatificación de Wojtyla, y comparando la iglesia a una ciudad desierta en medio de ruinas, lo que tal vez vaya mas en desdoro de la ciudad/eterna que de la Iglesia misma en la medida que no llegan a tratarla de Babilonia (y de mujer pública) como hicieron los protestantes.

Conocí al Abbé de Nantes en el verano de 1974,en la sede de su comunidad en medio de un paisaje típicamente rural cerca de la ciudad de Troyes, justo antes de irme a Econe unos meses mas tarde, en una gira turistico/religiosa por la geografía francesa con un amigo español -en su propio automóvil (un sesicientos)- del que me separé precisamente allí, accediendo yo a la invitación del padre/superior de pasar unos días con ellos y así poder conocerles mejor, sin duda en un espíritu de (sano) proselitismo de su parte y en el marco de las intenciones de "enclaustrarme" que me guiaban ya entonces.

El Abbé de Nantes, del que ya hablé aquí en alguna ocasión -alto, fuerte de voz potente y de una fisonomía mas nórdica que francesa- era, y lo seria hasta el final de su vida, una personalidad de gran destaque del tradicionalismo francés y de gran colorido a la vez; de una gran fuerza de carácter así como de un temperamento vivo, no exento de aristas que pondría de manifiesto el ultimo día de mi estancia allí cuando vino a sonar bruscamente a mi habitación a toda prisa presa de visible irritación y descontento temiendo que iba yo a perder el tren, lo que no fue (felizmente) el caso.

Después, en mis años de Econe, y en la fraternidad de Monseñor/Lefebvre fui testigo en primera linea del proceso de distanciamiento recíproco de esas dos figuras del tradicionalismo francés que alcanzaría un punto de ruptura tras el paso por el seminario -estando yo allí- del Abbé de Nantes y de las quejas que profirió a seguir de haberse visto grosso modo "ninguneado" entonces, digámoslo así, por el arzobispo tradicionalista.

Desde aquellos tiempos nunca mas le volví a ver, pero tras mi salida de Portugal ecos llegaron a mis oídos del comentario -que llegó, creo recordar, a verter por escrito en el boletín que editaba su comunidad- notarialmente benévolo y comprensivo (y valiente) hacia mí en comparación con lo que fue la actitud de algunos en aquellos medios, que le mereció mi gesto de Fátima.

No le seguí (prácticamente) la pista después ya digo pero en la actitud de resuelta resistencia al papa anterior que fue la suya por lo que sólo ahora deduzco -por mucho que no se viera tan divulgada como la que a opuso al predecesor de aquél, Pablo VI- no puedo remediar el pensar -de clave de explicación de la misma- en los sinsabores que el pontificado del papa Wojtyla les debió deparar a todas luces, al conjunto de la comunidad aquella como a titulo individual al propio fundador de la misma.

Lo que se traduciría de una forma más o menos indirecta -pero no exenta de un nexo de causalidad innegable- en los problemas de orden judicial de los que se verían objeto en un momento dado en el terreno (melindroso) de la moral y de las buenas costumbres posibilitados sin duda alguna por la coartada perfecta de la que algunas se serviría en contra suya y era de contar su comunidad con una rama femenina en edificio aparte y a la vez conexo con las que compartían ciertas liturgias y reuniones o asambleas, periódicamente o en ocasiones señaladas.

Entre santa y santo, pared de cal y canto. Y el pequeño detalle se merecería pasar desapercibido en la evocación que me permito ahora de ellos si no fuera porque me parece de pronto doblemente significativo de la cuestión de honor tanto individual como colectiva ce los miembros de esa comunidad que se deja traslucir en su actitud de ahora en contra de la turbo/beatificación de Wojtyla y del particular énfasis (y elocuencia) por cuenta del escandalo de pedofilia eclesiástica y concretamente del caso Maciel del que habrán hecho gala en la manifestación de protesta en Roma a la que aludo al principio de esta entrada. En defensa del honor puesto de una forma u otra (injustamente) en entredicho de su comunidad y de la memoria de su fundador ya fallecido.

"Nous n'avons qu'un honneur au monde" No tenemos más que un honor en este mundo (el de nuestro señor) era el refrán célebre de una de las canciones religioso/patrióticas -de la herencia socio/cultural e ideológica del tradicionalismo francés- que cantábamos con frecuencia en Econe sin dejar de suscitar en mí dosis no pequeñas de perplejidad y de interrogantes.

Como sea, en su actitud de ahora, los monjes de la comunidad fundada por el Abbé de Nantes parecen querer dejar su honor bien alto, gritándolo por los techos desde ese púlpito privilegiado en el orbe católico que sigue siendo la ciudad/eterna. A costa del papa Wojtyla, y de la actitud de encubrimiento del que le acusan tan cargados de razones sin duda alguna.

Y en resarcimiento (moral) sin duda también de los largos años de persecución soterrada de las que fueron víctimas por parte de las autoridades eclesiásticas en el pontificado anterior. Condenados injustamente a una pena de infamia (legal) -como el autor de estas líneas- mientras que los que no estaban en modo alguno libres/de/pecado -como se vería más tarde- no hacían mas que lanzarles piedras (...)

El "Abbé" de Nantes además de fundador y superior de su propia comunidad poseía una prosa escrita -y verbal por cierto también- dotada de un mordiente y de una elocuencia rezumantes de genio (político, religioso y literario) Era en cierto modo un producto de lo mas depurado de la tradición (clerical) del nacionalismo francés heredera del legado ideológico de Maurras (entre otros) que el padre francés no dejaría de reivindicar fielmente hasta el final de su vida.

Lo que no sería el caso de Monseñor Lefebvre que solo lo haría en voz baja o de forma confidencial para audiencia restringida, o reducidas a sus propios partidarios.

El Maurras del Abbé de Nantes era por cierto el de después de su reconciliación con la iglesia bajo Pio XII en vísperas del estallido de la guerra mundial (en el 39, al final de la guerra civil española...)

Curiosos en extremo además, dicho sea de pasada, los fantasmas de orden histórico que se ven convocados ahora -en Roma, en el Vaticano- con ocasión de la turbo/beatificación que se anuncia, como si volvieran a reunirse casi cien años después de su primera aparición en los hitos históricos señaladísimos que marcaron el pontificado de Pio XII, sumo pontífice de la iglesia católica en el momento del estallido de la guerra civil española, y que se vería obligado a abordar durante su mandato el expediente tan melindroso y delicado del conflicto Iglesia/Estado en Méjico y de la guerra cristera (a la que me referí en mi anterior entrada) y al episodio (cruel y dolorosísimo) de la condena de la Acción Francesa.

Como si esos fantasmas tan incordiantes vienieran ahora ochenta años máss tarde por cuenta de uno de los pontificiados mas discutidos del siglo XX- a ajustarles las cuentas al pasado recient de la igleisa y de la Roma pontificia en la beatificacion de otro pontificado posterior no menos funesto que llenaria todo el último cuarto del siglo pasado ( y principios del que se seguiria)

El pontificado de Pío XI fue nefasto, hay que atreverse a recordárselo hoy ya a algunos sin tapujos. Tras la segunda guerra mundial, su figura se vio no obstante plenamente rehabilitada pero es curioso que no haya sido objeto hasta hoy de una causa de beatificación como seria el caso de algunos que inmediatamente le precedieron o sucedieron incluso.

En lo que a España se refiere -por glosar su figura (de urgencia) de una forma inevitablemente somera, al borde de lo telegráfico- esperó lo imposible (un año) para no definirse por ninguno de los bandos, sin levantar la voz entretanto mientras discurría el periodo de mayor gravedad de la persecución religiosa en zona roja en los primeros meses de la guerra, y todos los indicios hoy suficientemente divulgados hacen pensar que sus verdaderos designios privilegiaban la hipótesis de un triunfo final de los rojos con los que contaba poder entenderse después de la guerra a través de la facción minoritaria del catolicismo español -en Cataluña sobre todo, como en el país vasco- que se había puesto del lado de la república.

En Méjico, ya analizamos ayer su papel nefasto -de patrocinio y de augusto beneplácito (a distancia)- en la firma de los acuerdos Iglesia/Estado, en un botón de muestra de alta traición (eclesiástica) con pocos precedentes en la historia del catolicismo en los últimos siglos.

Y en el caso de la Acción Francesa -que también ya abordé repetidamente aquí- su desenlace se revelaría rico de enseñanzas y de moralejas (sin moralina) para la posteridad, entre sus víctimas y descendientes como entre los herederos de una tradición del catolicismo español que pasó de puntillas digámoslo así por todo aquello entonces.

Como así lo ilustra el libro "prohibido" de Rafael Sánchez Mazas -surcado de silencioso y sobreentendidos (elocuentes y a la vez explicables) en ese asunto- que aquí ya comenté- sobre un episodio tan traumático que no dejaría de traer cola de una forma u otra no obstante hasta hoy entre españoles.

Porque uno de los corolarios de la condena de la Acción Francesa en relación con España y con los católicos españoles, hasta hoy puesto poco o en modo alguno de manifiesto, lo seria el reforzamiento de la conexión/catalana de la política religiosa vaticana en España, que bien pondría en cambio de realce el libro del celebre falangista que arriba evoco y que fue sin duda lo que estuvo en el origen de la censura (oculta, y fulminante) de la que la obra fue objeto tras su publicación en 1932, durante la república.

El nacionalismo catalán moderado -el de la Liga- era innegablemente maurrasiano. Como lo fue, sin la menor ambigüedad al respecto, una figura tan emblemática como Prat de la Riba. Y dejo de serlo siguiendo sin duda consignas y amonestaciones e lo mas alto a seguir a la condena de la Acción Francesa precisamente.

Y no cabe duda que su adhesión fue de un valor incalculable para el Vaticano a la hora de evitar el contagio español (y catalán) de las ideas del nacionalismo integral, e igualmente en la represión -cruel e implacable- que se siguió en el ámbito tanto seglar como eclesiástico al interior del catolicismo francés y en particular en el sector del mismo confinado en el área cultural catalano/provenzal que tenía sin duda su expresión más hegemónica y visible en la lengua catalana (...)

Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla y es lo que viene a la mente ante el anuncio del nuevo equipo dirigente de la Generalitat de Cataluña provenientes de C(i)U -herederos ideológicos de la Liga (lo quieran o no lo quieran del todo asumir)- de abrir una "embajada" en el Vaticano con ocasión de la beatificación de Juan Pablo II (...)

Un catolicismo neurálgico el catalán y laboratorio (y polvorín) Cataluña hoy como ayer en el plano de la política religiosa. Y si hubieran dudas lo viene a poner en foco, en el primer plano de la actualidad, el suceso -en primera plana la prensa digital de hoy- de la tentativa de incendio de la Sagrada Familia de Barcelona.

Como en un eco de las quejas recientes de Benedicto XVI con motivo de la presentación de credenciales de la nueva embajadora española (del PSOE) en el Vaticano: botón de muestra el último hasta la fecha que el hilo de la actualidad religiosa mas cadente entre españoles pasa hoy como ayer -¡ay dolor!- por Cataluña

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