Thursday 24 February 2011

JUAN FERNANDEZ KROHN: LA FSSPX DICE "NO" A LA BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II



In this Nov. 30, 2004, photo, then Pope John Paul II gives his blessing to late Father Marcial Maciel, founder of the Legionaries of Christ, during a special audience the pontiff granted to about four thousand participants of the affiliated Regnum Christi movement at the Vatican.

Noticiaba aquí en mi entrada de ayer que la FSSPX se acababa de pronunciar, antes de ayer, en contra de la beatificación de Juan Pablo II. He estado leyendo ahora detenidamente las declaraciones del superior general reproducidas íntegramente en el sitio digital de la fraternidad divulgadas por la prensa italiana, y sin duda, y pese a lo circunspecto del lenguaje utilizado, se trata de un paso adelante en esa cuestión tan cadente que esta dividiendo no poco a los católicos en unos países más que en otros.

La FSSPX fiel en eso a una linea que compartía plenamente su fundador Marcel Lefebvre acabaría entrando en conflicto con el pontífice anterior Juan Pablo (II) tras unos primeros momentos de expectativa y de titubeo a seguir a su eleccion en el cónclave que sucedió -en el 78- a la muerte de Juan Pablo I, que se verían dominados por la audiencia que concedió al nuevo pontífice al arzobispo rebelde, en los primeros meses a seguir a su nuevo nombramiento.

Y fue por culpa de la reunión ecuménica de Asís que pareció a los tradicionalistas infligir claramente el principio -dogmático o cuasi/dogmático-, "Extra ecclesia nulla salus" (fuera de la iglesia no hay salvaciõn), que el magisterio eclesiástico mantendria a rajatabla en los últimos siglos. El margen que ofrecía a su postura la teología tradicional que profesaban y siguen profesando les dejaba no obstante poco margen de maniobra: o el acatamiento o "grosso modo" la declaración de sede/vacante.

El arzobispo disidente decidiría no obstante mantenerse (él y sus seguidores) en tierra de nadie, en una especie de limbo teologico que no le salvó al final de ser excomulgado (...) Y la tierra/de/nadie lo seguirían siendo para sus discípulos y herederos los pasillos y estancias vaticanas por donde vienen discurriendo -a sus anchas- desde hace dos años en unas conversaciones que amenazan ahora con encallar definitivamente, como aquí ayer ya lo deje sentado. Por culpa (mayormente, o en parte) de la beatificación de Juan Pablo (II)
En los años que permanecí en el seminario de Econe fui testigo de primera mano de una polémica doctrinal acompañada de enfrentamientos mas o menos larvados, discretos o solapados en el orden personal -sin llegar por cierto nunca a las manos (...)- entre el fundador de la FSSPX y otras figuras de destaque de la corriente católico/tradicionalista en Francia (o de lengua francesa) Una de ellas la encabezaba el Abbé de Nantes del que aquí ya hablé que acabo formalizando su discrepancia con el arzobispo rebelde en una declaración escrita que se perdía fatalmente en sutilezas y bizantinismos (teológicos) como solía ser el caso por lo general en ese género (cuasi literario) caracterizado por la disputa o la polémica (religiosa) y en la que se negaba a Lefebvre el derecho a resistir,como lo venía haciendo ya entonces, a las instrucciones emanadas del Vaticano -que le ordenaban someterse y cerrar su seminario sin mayores dilaciones-a partir del momento, decía él, que no se ponía en duda la legitimidad del pontífice reinante entonces (Pablo VI) ni siquiera lo desacertado de su conducta publica y que Lefebvfe y sus seguidores se limitaban a desobedecer sin más, sin llegar -como le instaba a hacer su rival y contradictor- hasta echar en cara en publico al pontífice reinante entonces su conducta siguiendo ejemplos de resistencia (a la autoridad) que recogen los evangelios (canónicos)

Y en ese punto cabe reconocer que el fogoso eclesiástico francés tradicionalista había predicado con el ejemplo presentándose con sus seguidores en Roma a principios de la década de los setenta para allí lanzar, en una reunión abierta al público, su libelo de acusación contra Pablo VI (Liber Accusationis) que uno de sus seguidores alcanzó a entregar en mano al propio interesado en audiencia publica en el vaticano (tras lo que se vería expulso de territorio italiano)

La otra tendencia que disputaba doctrinalmente contra la anterior y en contra también de la postura mantenida por el arzobispo Lefebvre (y su FSSPX) -como si la doctrina/católica se hubiera convertido de pronto en un puerto de arrebatacapas de todos contra todos (...)- lo era la sostenida por los llamados "sedevacantistas" Una denominación que gozó de cierta difusión en los medios por aquellos años (y que aún no perdió del todo) y que designaba a aquellos que mantenían que la sede romana estaba "vacante" desde el concilio en la medida que el vaticano II había formalizado (de forma mas o menos solemne) una ruptura con la tradición/católica.

Su principal argumento tal y como se vería expuesto y defendido en una obra difundida "sotto voce" por la TFP brasileña (y consortes) lo era un adagio de teología tradicional que rezaba, "papa hereticus, depositum est", contrapuesta en la obra aludida a aquel otro de "papa hereticus deponendum est"; el segundo defendida por los teólogos mas destacados de los tiempos de la eclosión del protestantismo y el primero (que gozaba de las preferencias de la TFP y del autor de la obra) un poco mas tardía, del período del triunfo la contrarreforma al interior de la Iglesia católica, tras el concilio de Trento.

Como lo ilustraban las dos personalidades emblemáticas en extremo que encarnaban una y otra postura en la historia del magisterio, el cardenal Cayetano, por un lado, legado pontificio en Alemania en los inicios de la revuelta protestante, y por otro (san) Roberto Bellarmino, jesuíta italiano y figura de destaque de la compañía de jesús de la época de la guerra de los Treinta Años.

La TFP como aquí ya comenté juzgo al final mas prudente no publicar ese trabajo llamado a ser en principio la segunda parte de una obra de la que la primera parte -sobre el Novus Ordo Missae- sí que vería la luz en cambio.

Y tanto ellos como la FSSPX se verían en consecuencia abocados a navegar en las aguas profundas -e inciertas (como la navegación internacional)- de una postura de resistencia al vaticano difícilmente defendible desde las posturas de teología tradicional tan estrictas y rigoristas que siempre mantuvieron. Lo que en la situación actual viene a ponerse de nuevo de manifiesto.

Y es en la medida que es difícil oponerse a la beatificación del pontífice anterior Juan Pablo II sin poner "pari passu" directa o indirectamente en causa la autoridad (moral) de su principal impulsor, el sucesor de Juan Pablo (II) en la sede pontificia. Porque si nos encontramos como así parece a todas luces delante de una encrucijada decisiva en la que las autoridades vaticanas parecen haber decidido irrevocablemente la beatificación del pontífice anterior, de punto de partida en una singladura de futuro irreversible, está claro que o los unos o los otros se equivocan o se están equivocando.

Los que mantenemos que la canonización del papa anterior supone -además de una hipotecar el futuro imperdonablemente- una afrenta al honor de los católicos del mundo entero por culpa de su conducta publica -por acción como por omisión- los largos años de su pontificado, tal y como lo afirmo en mi "Liber accusationis", o al contrario, los que piensan que su canonización -y cuanto mas solemne y apoteósica mejor que mejor- será el instrumento oportuno ("providencial") susceptible de cerrar la boca a los detractores y poner coto de una vez por todas a los escándalos -en materia de pederastia de eclesiásticos sobre todo- que amenazan la credibilidad del catolicismo y comprometen gravemente el buen nombre de los catolicos en el mundo entero, individual como colectivamente considerados. Desde los tiempos del anterior pontífice.

Las tensiones al interior de la iglesia no son nuevas no obstante en el catolicismo, y me refiero tanto a un antes como a un después del concilio vaticano segundo. El concilio las entronizaría solemnemente por así decir de forma visible, pero la historia de la iglesia (y de los dogmas) se habrá visto esmaltada (es un decir) de querellas doctrinales -mas o menos bizantinas- y entre todos las disidencias o movimentos cismáticos que surcaron la historia de los países católicos estos últimos tres siglos, hay uno poco conocido entre españoles por tratarse de un fenómeno específicamente francés estrechamente ligado a la revolución francesa y a la dominación napoleónica y lo sería el llamado cisma de la "Pequeña Iglesia" ("la Petite Eglise")

Un cisma por exceso de fidelidad -como lo siguen describiendo algunos diccionarios de teología y de historia de la iglesia- de los más fieles a la iglesia y al catolicismo en Francia en el periodo de persecución que abrió la revolución entre los católicos franceses. Tras la firma del concordato con Napoleón, ciertas regiones del este del hexágono, la Vandea (Vendée) en particular -teatro de una feroz resistencia armada antirrevolucionario en nombre de la religión que se saldaría con el primer genocidido (democrático) de los tiempos modernos- se declararon en rebeldía frente a la autoridad eclesiástica.

Y el movimiento no se limitó sólo a las estratos populares sino que como consecuencia de aquel trance una treintena de obispos franceses -que habían arrastrado y sufrido persecución en el periodo revolucionario- se refugiaron en Inglaterra y rompieron abiertamente con el vaticano. ¿Se puede acaso mostrar discrepancia con la beatificación que se aproxima -por razones doctrinales (de divergencia insalvables en materia de ecumenismo como es el caso de la FSSPX o por una cuestión elemental de honor individual y colectivo como nos ocurre a otros)- y poder declararse y sentirse al mismo tiempo "en plena comunión con la sede/apostólica" (por emplear el lenguaje mas rancio y consagrado)?

La cuestión no deja de plantearse en conciencia -en los términos mas drásticos e inapelables además-, todos estarán aquí de acuerdo. En un comentario a una de mis anteriores entradas en el tema se me reprochaba una visión "extremista" (y estrecha) de la iglesia -"verbi gratia" del catolicismo- en la medida que según mi contradictor yo parecía negar, en la postura mantenida en mis escritos, la posibilidad a la iglesia/católica de una tarea de proselitismo entre todos aquellos que de una forma u otra se vieron seducidos por la actuación o el estilo (personal) del pontificado del papa anterior Juan Pablo II sin que ello significase una ruptura con lo que fuera.

Tal vez no, pero en cuestiones de honor individual o colectivo como las que a juicio de muchos (entre los que me encuentro) la beatificación del papa Wojtyla plantea, ese margen de maniobra que pretenden ver algunos en la tesitura en la que se nos coloca lisa y llanamente no existe. To be or not ot be. El buen/nombre del papa/polaco, salvaguardado para la posteridad por unos fastos sin precedentes como los que nos anuncian, al precio de nuestro honor individual y colectivo de católicos y de españoles; o viceversa.

En el programa radiofónico de ayer noche de César Vidal se veía reservados unos minutos el tema de la beatificación pontifica en curso. Y cual seria mi sorpresa cuando me encontré con una entrevista -en el marcado del referido programa- al responsable de viajes del Corte Inglés, dando toda clase de detalles del muestrario de viajes programado bajo el patrocinio de esa célebre firma con motivo de la beatificación pontificia.

Con una gama variada de precios y facilidades (de pago) Una ilustración flagrante del silencio cada vez mas ensordecedor y ahogadizo que se está instalando en amplios sectores de la prensa de opinión española en relación con el tema en ascuas.

¿Infalible Benedicto XVI en caso de que se acabe consumando su intención de llevar a cabo -contra viento y marea- la beatificación -de su predecesor en el trono/pontificio? Está claro que si así lo hace se equivoca. Y no veo en nombre de qué se nos podrá negar el derecho de proclamarlo.

En defensa propia -como aquí ya lo tengo explicado- y por el honor de los católicos españoles puesto en entredicho (y del mundo entero) en lo sucesivo.

23.02.11 | 18:46. Archivado en Canonización de Wojtyla (recogiendo el guante del desafío)
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