Friday, 2 December 2011

JUAN FERNANDEZ KROHN COMENTA LA POSICIÓN DE LA FSSPX SOBRE EL "PREAMBULO DOCTRINAL" DEL VATICANO


Lefebvrianos: no a la propuesta doctrinal de Roma

01.12.11 | 17:59. Archivado en El concilio de la discordia, Contencioso Roma-tradicionalistas

Confieso que no me lo esperaba. Cuando todo parecía indicar que se caminaba irremisiblemente hacia un compromiso doctrinal entre la Fraternidad San Pio X fundada por el difunto obispo tradicionalista disidente Marcel Lefebvre y el Vaticano, de paso previo a la obtención de un estatuto canónico idéntico o análogo a aquél del que goza el Opus Dei dentro de la iglesia, el máximo responsable de la FFSPX acaba de sorprender a propios y a extraño dando la negativa por respuesta ayer mismo en unas retumbantes declaraciones publicas. Y confieso que me sorprende, ya digo, no tanto porque para todos, en los medios y en particular en los círculos más allegados a las instancias eclesiásticas de las tendencias mas dispares ("tradis" o "progres") era algo que se daba ya por cantado; sino porque no se corresponde del todo con la imagen que de ellos, de la postura oficial (u oficiosa) de la "fraternité" me refiero, guardé yo de mi paso por ella hace ya tanto es cierto. Y sobre todo, porque la evolución del contencioso - en el sentido de la considerable radicalización anti-concilio a la que asistimos - era todo menos previsible entonces cuando yo me aparté de ellos definitivamente.

Y por más que los vientos y los tiempos cambiaran (y mucho) desde entonces era de prever ahora que una vez obtenido - con el pontífice actual Benedicto XVI - lo que en los años que yo permanecí ligado a ellos por los lazos de obediencia parecía el "leitmotif" principal del combate del obispo disidente, a saber la autorización de la celebración del viejo/misal sin cortapisas, el concilio no debía ser obstáculo mayor como no pareció serlo en el tiempo que permanecí dentro de su órbita. Y a fe mía que tengo sobrados motivos personales para afirmarlo. Porque si hay algo que me amargó la existencia en mis años de Econe fue la lucha sorda e intestina dentro de las paredes de aquel seminario tradicionalista entre los "duros" y los "blandos" - o entre los liberales y los anti-liberales como decían los segundos (entre los que yo me conté siempre) - en torno precisamente al concilio vaticano segundo y a la actitud a adoptar frente al mismo: o su aceptación o interpretación más recomendable (conforme a la doctrina tradicional) con vistas a salvar "lo esencial", a saber el misal de San Pío V; o el rechazo lisa y llanamente, no sólo de las reformas sino de los textos mismos de los que aquellas se derivarían.

Y está claro - y pongo por testigos a todos mis compañeros de entonces - que el arzobispo Lefebvre mantuvo entonces una actitud de equidistancia entre unos y otros - digamos entre la mayoría "liberal" y la minoría ultra - por motivos de buen gobierno de su comunidad sin duda, que traicionaban el sello eclesiástico (romano) de su formación y de su carrera y de su trayectoria y en los que no dejaban de reconocerse los ecos aún bien cercanos de la iglesia de Pío XII en la que se vería cimentada su brillante carrera episcopal (y mas tarde de arzobispo); tradicional (y ortodoxa) en lo doctrinal y democrática por cierto en lo político y en general en los criterios y principios del arte de bien gobernar (a la iglesia y a los pueblos). Y así, Monseñor Lefebvre como buen príncipe de la iglesia de su tiempo daría muestras de cierta tolerancia (con los extremistas) en su gobierno del seminario y de la fraternidad por él fundada - me toleró a mí por ejemplo (...) -, sin dejar de guardar al mismo tiempo, como digo, prudente distancia de aquellos en relación con lo que era entonces nuestro principal caballo de batalla, a saber el concilio vaticano segundo. Lefebvre fue nombrado obispo (el más joven de su tiempo) durante el pontificado de Pio XII; y formó parte también en el concilio, es cierto, de la llamada minoría conservadora, e incluso se revelaría durante el mismo uno de los principales animadores de la minoría (tradicionalista o integrista) dentro de la minoría, agrupada en el "Coetus Internationalis Patrum"; pero no dejaba de ser un obispo (y más tarde arzobispo) de su tiempo, y como tal exquisitamente "correcto" políticamente hablando, y lo contrario hubiera sido literalmente impensable desde luego en el mundo surgido de la segunda guerra mundial tras el 45. Y por más que como tantos católicos franceses seglares y eclesiásticos, la guerra de Argelia y su desenlace le indispusieran no poco con la instituciones republicanas y en particular con la V República (presidencialista) del general De Gaulle, no dejaba de ser hijo de un padre muerto en deportación durante la guerra en Alemania, y como tal miembro de una selectísima masonería (blanca) de "compagnons de la Libération" -unos doscientos miembros en toda Francia (...)- de la que ya noticié en estas entradas.

Y el concilio era sin duda y lo sigue siendo singularmentepara los católicos objetable doctrinalmente hablando, en los planos digamos más contingentes de la llamada doctrina (social) de la iglesia, a saber todo lo referente al ámbito de lo político y los socio-económico, en la medida sobre todo que se autodefinía concilio pastoral (y no doctrinal); y objetable en particular, la trilogía (revolucionaria) en la que se verían mayormente compendiados y formulados sus principios - la colegialidad, el ecumenismo y la libertad religiosa (rechazados ahora por el superior de la FSSPX expresamente) -, pero lo son desde presupuestos teológicos (o puramente ideológicos) irreductiblemente extraños al ideal democrático, lo que explicaría sin duda que para un obispo tan "correcto" como lo seguía siendo Lefebvre aún tras el inicio de su enfrentamiento con Roma, el concilio y sus actas - que él mismo había firmado como no dejaban de recordarle maliciosamente sus detractores- no fueran aparentemente obstáculo insuperable; y que permitiese o tolerase en cambio por via de consecuencia una disputa tan acerba en el tema - así la recuerdo yo al menos - entre sus seguidores y partidarios; y que "a contrario", las criticas y anatemas que los tradicionalistas (o "integristas) dirigían a aquél se vieran fatalmente despachadas o desestimadas en sus postulados principales por los guardianes de lo religosamente/correcto desde los prismas y baremos menos exigentes incluso, por antidemocráticos, "verbi gratia" reaccionarios, fascistas, filofascistas o totalitarios (etcétera, etcétera)

Y por eso ahora no salgo de la sorpresa, ya digo, ante los signos de inflexibilidad doctrinal - o firmeza como se le quiera calificar - de la que los responsables de la FFSPX viene a dar muestras en la materia, diciendo no, por partida doble, a las autoridades vaticanas: no al concilio y no al cebo del estatuto canónico - con toda probabilidad una prelatura (como la del Opus) -, que se les prometía en recompensa de su aceptación de del "preámbulo doctrinal" que se les tenia propuesto y que se ve ahora rechazado. ¿Y a qué se debe? , se preguntarán ahora muchos. ¿Una simple coartada - esa intransigencia anti-concilio - del rechazo a un acuerdo por sitstema, o elemento esencial por el contrario de una postura que asumen colectivamente ahora a lo que se ve y que no deja de tener (para mí) algo de novedosa? ¿Habrá acaso influido en la radicalización doctrinal de la FSSPX el reciente proceso de beatificación ("exprés") de Juan Pablo II ,o la ola de escandalos de eclesiasticos por todas partes que por más que haya amainado un poco no ceja? Como sea, la esperanza de un acuerdo con el que tantos en los medios eclesiásticos parecían ya acomodarse (frotándose las manos), parecese esfumarse de pronto, y se deja ahora para en cambio las calendas griegas. Y no sabría decir si lo siento, lo confieso.

OBISPO FELLAY RECHAZA EL "PREAMBULO DOCTRINAL" DEL VATICANO


Fellay hará una contrapropuesta para prolongar el plazo

Los Lefebvrianos rechazan la propuesta doctrinal del Vaticano

"El Preámbulo Doctrinal no puede recibir nuestra aprobación"

Redacción, 30 de noviembre de 2011 a las 10:32

¿Es necesario que quien vuelva a la Iglesia católica profese su fe en la libertad religiosa, el ecumenismo o la colegialidad?

El superior de los tradicionalistas lefebvrianos, Bernard Fellay, manifestó a través de una página web de la Fraternidad San Pío X que no aceptará el Preámbulo Doctrinal requerido por el Vaticano para su vuelta a la comunión con Roma al cabo de un cisma que dura ya cuarenta años.

Fellay comunicará en breve su rechazo del documento pero al mismo tiempo propondrá un texto alternativo para prolongar los dos años de negociaciones que han dado nueva visibilidad a los lefebvrianos. Lo cuenta Juan Vicente Boo en Abc.

El fallecido obispo tradicionalista francés Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en 1970, fue excomulgado por Juan Pablo II en 1988 por ordenar contra la indicación expresa del Papa -quien le advirtió de que estaba creando un cisma- a cuatro nuevos obispos, entre los que figuraba su actual sucesor, Bernard Fellay. Como gesto de buena voluntad, Benedicto XVI levantó en enero del 2009 la excomunión a los cuatro obispos, incluido el polémico Richard Williamson, que minimiza el Holocausto.

Poco después, en marzo, el portavoz del Vaticano recordó que el grupo «no tiene un estatuto canónico en la Iglesia y sus miembros no ejercen ningún ministerio legítimo en la Iglesia», al tiempo que la Congregación para la Doctrina de la Fe abría una nueva ronda de diálogo oficial para facilitar su vuelta a la comunión con Roma. La Fraternidad cuenta con medio millar de sacerdotes y está presente en 31 países. Cuenta también con más de dos centenares de religiosos y religiosas, y unos doscientos seminaristas.

Las negociaciones duraron casi dos años hasta que el pasado 14 de septiembre el Vaticano entregó a los tradicionalistas un Preámbulo Doctrinal cuyo asentimiento se requiere para la vuelta a la Iglesia católica bajo la modalidad relativamente flexible de una prelatura personal que encuadre legítimamente la actividad de sus obispos y sacerdotes.

«No puede ser firmado»

Los lefebvrianos estudiaron el documento en una reunión a puerta cerrada en Albano, cerca de Roma, el pasado mes de octubre, pero el clima fue de fuerte rechazo. El superior de la Fraternidad San Pío X para América del Sur, Christian Bouchacourt, informó a los sacerdotes que «el Preámbulo no puede ser firmado, aunque se le aporten modificaciones», pues incluye reconocer el Catecismo de la Doctrina Católica, el Código de Derecho Canónico y la legitimidad del ritual de la Misa establecido como forma ordinaria después del Concilio Vaticano II.

El superior general, Bernard Fellay, afirma ahora que «el Preámbulo Doctrinal no puede recibir nuestra aprobación, aunque incluya un margen para una legítima discusión sobre algunos puntos del Concilio». Fellay enviará una propuesta alternativa a Roma, de modo que «su respuesta nos permitirá evaluar las posibilidades que nos dejan».

En otras palabras, se trata de reabrir o al menos prolongar la negociación, aparentemente sobre puntos sustanciales, mientras que el Vaticano sólo está dispuesto a abordar aspectos secundarios.

Fellay insiste en que sólo se les debería pedir asentimiento al Credo y a los artículos de fe declarados como dogma, pero no a las conclusiones del Concilio Vaticano II pues «¿es que no basta con el Credo? ¿Es necesario que quien vuelva a la Iglesia católica profese su fe en la libertad religiosa, el ecumenismo o la colegialidad?».

Afirma que su postura de revisión del Concilio va ganando terreno entre los católicos e insiste en que se haga la consagración de Rusia a la Virgen de Fátima, pues no considera válida la realizada por Juan Pablo II. En los últimos meses, los lefebvrianos han criticado también el encuentro de líderes religiosos de todo el mundo en Asís, presidido por Benedicto XVI, en el que todos reafirmaron su promesa de trabajar por la paz.