Sunday 8 May 2011

ENTREVISTA A BLAS PIÑAR 2005

Entrevista a Don Blas Piñar:

«El equilibrio inestable que vivimos pone difícil que Felipe pueda reinar»

Una entrevista de Bernardo Gil Mugarza.

Revista Fuerza Nueva. Del 10 al 30 de septiembre de 2005.-

El periodista Bernardo Gil Mugarza, autor del libro España en llamas, aportación gráfica y literaria de primer orden sobre nuestra guerra de liberación, está preparando otra gran obra sobre la Europa de postguerra. Dentro de dicho trabajo aparecerá, entre otros muchos documentos y conversaciones con destacadas personalidades españolas y extranjeras, una entrevista, realizada recientemente, con el presidente de Fuerza Nueva, Blas Piñar, que en primicia ofrecemos en este número de la revista como compendio político y personal de una trayectoria.

La entrevista, repetimos, ha sido realizada poco antes de comenzar el periodo estival de 2005, y las preguntas comprenden un largo periplo histórico que el autor ha ido acumulando a través de un seguimiento de las actividades del movimiento fundado por el entrevistado hace cerca de 40 años. He aquí la primicia informativa.

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Señor Piñar ¿qué recuerdos tiene de sus padres?

- Los tengo muy vivos. Mis padres me enseñaron con su palabra y su ejemplo a amar y a servir a Dios y a España.

¿Cómo vivió su infancia?

- Creo que fui un chico precoz. Por eso viví intensamente mi infancia. Travieso, por añadidura, me rompí, en ocasiones diferentes, un brazo, viviendo en Cartagena, y una pierna, viviendo en Toledo. En Alicante hice parte del bachillerato y presencié en mayo de 1931, poco después de proclamada la República, la quema de iglesias y conventos.

¿Era necesario el Alzamiento? ¿Por qué?

- Absolutamente necesario, porque la República de 1931 llevó a la nación a una ruina total. El Alzamiento cumplió con las máximas exigencias morales. Supuso, metafóricamente hablando, una operación quirúrgica, pero, además, el punto de partida de un Estado al servicio de España y del bien común.

¿Es cierto que su padre defendió el Alcázar?

- Sí. Mi padre, comandante de Infantería al producirse el Alzamiento, era profesor de Balística en la Academia militar. Fue defensor del Alcázar y sufrió graves heridas durante el asedio, por lo que se le declaró mutilado de guerra. Ello no le impidió que, al liberar la fortaleza, continuase en el frente. Está enterrado en la cripta del Alcázar.

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«El asesinato de Carrero supuso para el Régimen su óbito virtual»

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«Creo que los poderes de Juan Carlos I no fueron omnímodos sino compartidos; por lo tanto, la responsabilidad es omnicomprensiva y abarca a quienes desde la entraña del Sistema propugnaron, no la reforma, sino la ruptura».

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«Pasé la guerra en Madrid, con mi madre y mi hermana. Encontramos refugio en la Embajada de Finlandia. Estuve en la cárcel de San Antón, y después en la Embajada de Austria, que asaltaron las milicias. Después tuvimos la protección de personas que no puedo olvidar, entre ellas don Ramón Miró Noriega, interventor civil de guerra».

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Usted conoció a Antonio Rivera (El ángel del Alcázar) ¿Cómo era?

- Para mí, y para los que trabajamos con él en el apostolado seglar juvenil, un modelo de alegría cristiana, de voluntad firme y de virtudes teologales y cardinales.

¿Estuvo su madre en el Alcázar? ¿Por qué razón no se incorporó usted a la fortaleza?

- El entonces coronel Moscardó, estimando, desde el punto de vista militar, que la presencia de la familias de los defensores no era conveniente, sino perjudicial, no quiso que su mujer y sus hijos subieran a la fortaleza, aconsejándolo así a sus compañeros de armas. Mi padre entendió, sin duda, que se trataba de algo más que de un consejo, y nos ordenó a mi madre, a mi hermana y a mí que nos quedáramos en casa. La decisión, correcta desde el punto de vista castrense, costó la vida a Luis Moscardó, hijo del coronel.

¿Dónde y cómo pasó usted la guerra?

Pasé la guerra en Madrid, adonde, con muchas dificultades, pudimos llegar mi madre, mi hermana y yo. Encontramos refugio en la Embajada de Finlandia, que fue asaltada por los rojos el 4 de diciembre de 1936. Estuve en la cárcel de San Antón y, más tarde, al conseguir la libertad, en la legación de Paraguay, de donde tuvimos que salir al ser asaltado el consulado de Perú, que estaba en el mismo edificio. Unos buenos amigos nos buscaron alojamiento en la que había sido Embajada de Austria, que también asaltaron las milicias. Tuvimos la protección de dos personas, a las que no puedo olvidar: don José Gómez Segalerba, médico militar y don Ramón Miró Noriega, interventor civil de guerra. Poco antes de entrar en Madrid los nacionales, ocupé, con mis compañeros de una escuadra de Falange, la emisora de radio de la Marina, en la Ciudad Lineal.

¿Qué es usted por naturaleza, optimista o pesimista?

- Soy realista y comparto, desde esa realidad, el optimismo cristiano.

¿Le gusta meterse en problemas?

- No me gusta. Pero frente a la comodidad prima el deber, que te incita no sólo a contemplar los problemas, sino a tratar, en lo posible, de resolverlos.

¿Cuándo se politizó usted y por qué?

- Cuando la experiencia me dijo que el Estado liberal, que es un Estado de puro derecho positivo, sin fundamento sólido, corrompe moralmente y acaba con la verdadera libertad. Por otra parte, el Estado marxista, con su idolatría totalitaria, no sólo aplasta todas las libertades, sino que su economía colectivizada empobrece al pueblo y le conduce a la miseria.

Su primera fama y destitución le llegó con su artículo Hipócritas en ABC. ¿Se arrepiente de haberlo escrito?

- No puedo arrepentirme porque lo sucedido desde aquel entonces -enero de 1962- confirma todo cuanto dije en Hipócritas.

¿Por qué creó usted en 1966 la revista Fuerza Nueva?

- Porque me dí cuenta de que el proceso de destrucción del Régimen del 18 de Julio, nacido de la Cruzada, estaba actuando por dentro. Para acabar con el Régimen se estimó que las termitas eran más eficaces que las cucarachas, y las termitas iban carcomiendo el Sistema. La revista Fuerza Nueva, con su portada inicial: "El 18 de Julio ni se pisa ni se rompe", era, a la vez, una advertencia y un llamamiento.

¿Qué tirada tenía?

- Tirábamos 30.000 ejemplares. El número de suscriptores llegó a ser, exactamente, de 12.042.

¿Cómo fueron sus relaciones personales con el almirante Carrero Blanco?

- Muy buenas y cordiales. Un día en su despacho, y al despedirse, me dijo: "Siga adelante. Detrás de usted hay mucha gente; y el primero yo".

¿Es cierto que habló de usted para el cargo de ministro?

- No sólo se habló, sino que se me propuso en dos ocasiones.

¿Qué supuso para el Régimen el asesinato de Carrero?

- Su óbito virtual.

¿Sería excesivo decir que la democracia española nació matando con ETA, GRAPO y FRAP?

- No nació, sino que la acompañó solidariamente, porque democracia liberal y terrorismo perseguían idéntico fin: la desaparición del Estado nacional.

¿Cómo era Franco?

- Un católico practicante, un español excepcional, un estadista hábil y un militar preparado profesionalmente que consiguió la primera victoria contra el comunismo y sus cómplices.

¿Qué relaciones mantuvo usted con el Caudillo?

- Solamente las que tenían algo que ver o con la Dirección del Instituto de Cultura Hispánica o con mi designación de consejero nacional.

¿Encarnaba Franco la España eterna?

- El profesor Corts Grau escribió un precioso libro titulado Motivos de la España eterna. Partiendo de tales motivos -es decir, de la roca sobre la cual se edifica para que la construcción no se desmorone- Franco, por encima de intereses de grupos o corrientes políticas, consagró su vida a la Patria.

¿Cuáles fueron los principales errores del Régimen?

A mi juicio:

1) convertir el Movimiento -palabra que implica dinamismo vital- en burocracia tecnócrata, que se distanció de la doctrina (de los Principios) y aceptó el Crepúsculo de las ideologías;

2) no combatir con instrumentos legales y táctica coherente la actividad política manifiestamente ofensiva de una parte, docente y discente de la Iglesia que, como demostró la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes, renegó de la Cruzada, bendecida por la Pastoral Colectiva de 1937;

3) permitir que las personas manifiestamente hostiles al Sistema ocupasen en el mismo, en los medios de comunicación y en enmascaradas manifestaciones artísticas y culturales, a los más altos niveles, puestos de la mayor influencia y responsabilidad.

Los actos multitudinarios se sucedieron a lo largo de los años 70 y 80. "Verificada la Transición política - dice Don Blas Piñar - y abierta la puerta a los partidos, estimé que había que configurarse como uno más".
En 1976 las Cortes aprobaron el proyecto de ley de Reforma Política por 425 votos a favor, 59 en contra y 13 abstenciones. ¿Qué opina usted de aquel hara-kiri del franquismo?

- Fue el suicidio del Régimen, por la deslealtad de los que habían jurado ser leales.

¿Se hizo el cambio político desde la legalidad?

- Todo fue un auténtico contrafuero. Incluso la Constitución es ilegal, pues las Cortes que la aprobaron no fueron convocadas -como lo fueron las de la II República- como Cortes constituyentes.

¿Cabe pensar que de 1975 a 1977 el rey Juan Carlos I tuvo unos poderes omnímodos?

- Creo que esos poderes fueron compartidos. Por eso, la responsabilidad es omnicomprensiva y abarca a quienes desde la entraña del Sistema propugnaron, no la reforma, sino la ruptura.

¿Qué camino se debiera haber seguido tras la muerte de Franco?

- Haber realizado la auténtica reforma. Similar a la que al hacer examen de conciencia nos remite, para corregirnos, a los Mandamientos.

¿Qué es lo que ha quedado del franquismo?

- El recuerdo agradecido de quienes no han manchado su conciencia y la lección de un catolicismo apostólico y de un patriotismo a toda prueba.

¿Cree razonable que España entregara el Sáhara a Marruecos?

- Nadie quería el Sáhara cuando parecía que era sólo un desierto. Sólo España realizó allí una obra magnífica, con evidente sacrificio. La aparición de los superfosfatos y la posibilidad de que allí hubiera petróleo, estimuló todas las ambiciones. De ahí la aparición del Polisario y de ahí, también, su ambigüedad y la constante marginación y aplazamiento de su problema. España no debió abandonar el Sáhara.

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«ETA, GRAPO y FRAP se acompañaron matando solidariamente, porque democracia liberal y terrorismo perseguían idéntico fin: la desaparición del Estado nacional»

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¿Era aquella España mejor que la actual? ¿En qué sentido?

- Desde luego: moralmente, culturalmente, políticamente, económicamente y militarmente.

¿Por qué razón creó usted en 1976 el partido político Fuerza Nueva?

- Porque, verificada la Transición política y abierta la puerta a los partidos, estimé que, no siendo partidario de los mismos, en tanto pueden decidir sobre lo fundamental e intangible, había que configurarse como uno más para defender y hacer llegar a los españoles las ideas básicas de Dios, Patria y Justicia, que el nuevo Régimen, como demuestra la realidad de la que somos testigos, no sólo soslaya sino que desconoce o conculca.

¿Practicaba Fuerza Nueva la violencia gratuita como decían sus adversarios? ¿Es usted violento?

- No me remuerde la conciencia de haber ordenado y ni siquiera insinuado un acto de violencia. He justificado, es cierto, la legítima defensa.

¿Qué opina usted en general de la violencia?

- Me remito a San Agustín, para el cual una bofetada puede ser fruto de la caridad y una caricia una invitación al pecado.

¿Por qué tiene usted enemigos tan poderosos y tan declarados?

- Quizás por lo que represento.

¿Ha recibido usted muchas amenazas durante su vida política?

- Amenazas escritas y telefónicas, muchas. De día y de noche. Me volaron el coche, en una ocasión, y, efectivamente, hubo tiros, muchos tiros, en uno de nuestros actos en el frontón Anoeta de San Sebastián.

Su mitin en la plaza de las Ventas, en julio del 78, impresionó a sus adversarios. ¿Qué recuerda de aquel acto?

- Todos nuestros actos tuvieron una asistencia multitudinaria y fervorosa. Los que celebramos en la Plaza de Toros de Las Ventas no fueron una excepción. De ellos recuerdo muchas cosas, pero en especial, los disparos del Grapo contra algunos de los nuestros.

¿Con qué apoyos financieros contaba Fuerza Nueva?

- Con el de nuestros bolsillos y con algunos donativos de quienes, por miedo o por prudencia, no querían dar su nombre.

¿Cuántos afiliados tenía Fuerza Nueva?

- Yo, personalmente, firmé unos 25.000 carnets de afiliados. Además -no sé el número- había los de Fuerza Joven y lo de Fuerza Nacional del Trabajo.

¿Perdió usted dinero con el partido?

- No puedo decir que se trata de dinero perdido. No se pierde lo que se entrega para una causa justa.

En 1979 indicaba la prensa que usted era el político que más declaraba a Hacienda. ¿Era por honradez o falseaban los demás sus declaraciones?

- No puedo opinar sobre declaraciones de carácter fiscal hechas por otros. Yo no las he falseado jamás.

¿Cuántos votos obtuvo usted en las elecciones de 1979?

- 374.000 en toda España (nos presentamos en todas las circunscripciones electorales). En Madrid obtuve 110.000 votos y fui elegido diputado por Unión Nacional.

¿Como vivió sus años de diputado?

- Creo que me gané el respeto de la Cámara. Mis intervenciones fueron escuchadas con atención y aforo completo. Las relaciones personales fueron muy pocas. Ni los adversarios políticos de siempre, ni los tránsfugas del franquismo, podían simpatizar con mi postura. Hubo excepciones, claro es, en los dos campos, pero fueron muy pocas.

¿Por qué cerró el diario El Alcázar en abril del 87? ¿Le perjudicó la medida?

- Concurrieron circunstancias externas e internas, y no fueron mínimas las de carácter económico. Nosotros les ayudamos en un momento clave con doce millones de pesetas, que no recobramos. Por supuesto, que el cierre nos perjudicó, ya que a pesar de que el apoyo de El Alcázar no fue tal y como esperábamos, era, con El Imparcial, el único diario madrileño que publicaba nuestras colaboraciones y daba, a veces, información fidedigna de nuestros actos.

¿Dañó a su partido la teoría del voto útil?

- Muchísimo. El voto útil fue y sigue siendo el voto del miedo o el voto del interés. Desgraciadamente, como decía don José Guerra Campos, el número de interesados es infinitamente mayor que el número de los idealistas. Mi frase repetida, "Tu aplauso, un voto", no fue escuchada.

Tras las elecciones de 1982 se disolvió Fuerza Nueva. ¿Sigue considerando acertada esa decisión?

- La considero, al menos, no desacertada; y ello por varios motivos: porque no podíamos asumir los riesgos de todo tipo en un Régimen -Gobierno y Oposición al mismo- que nos perseguía con el máximo rigor, sin obtener, pese a las concurrencias multitudinarias a nuestros actos, éxitos electorales; porque estábamos asfixiados económicamente y nos era imposible mantener un mínimo de presencia en la vida pública; y, porque, aun dejando de ser partido político, seguiríamos nuestra labor con esperanza de futuro, a través de la editorial, de la revista y de las asociaciones que creamos inmediatamente a fin de mantener el fuego sagrado.

¿Cómo fueron sus relaciones con Fraga? ¿Es cierto que él presionó a los Bancos para que no concedieran ningún crédito a Fuerza Nueva?

- No demasiado buenas. Fraga fue uno de los hombres importantes del franquismo, que preconizó la falsa reforma. Desde su artículo en ABC sobre la Derecha posible, a su coautoría de la Constitución rupturista de 1978, hay una actitud permanentemente manifestada de desprecio hacia nosotros. Por otra parte, no tengo noticia de esa presión de Fraga sobre los Bancos. Lo cierto es que no obtuvimos ni pedimos créditos a las instituciones financieras.

¿Quién ha tratado peor a Fuerza Nueva, la UCD, el PSOE o el PP?.

- Todas las fuerzas políticas del Régimen se han comportado muy mal con Fuerza Nueva. Ello no quiere decir que algunos de sus militantes no hayan estado respetuosos y hasta, en ocasiones, afectuosos conmigo y con nuestro grupo. En este sentido podría dar nombres, aunque pocos. La campaña de calumnias y hasta el repetido intento de ilegalizarnos son pruebas evidentes de ese maltrato.


La polémica con Fraga Iribarne fue permanente en la prensa nacional. Les separaba el papel que representaba la Constitución de 1978, de la que el antiguo ministro y embajador de Franco fue coautor.

¿Qué opinión tiene sobre la monarquía en general y sobre la que tenemos en particular?

- Una cosa es la monarquía y otra sus apariencias. A una monarquía aparente, que había perdido su identidad, es decir, la unidad de poder, con las limitaciones naturales, se refirió José Antonio. La monarquía es algo más, mucho más que la Corona. Hoy, en España, no tenemos una monarquía auténtica, sino una Corona desprendida de la institución monárquica y puesta sobre un régimen político que nada tiene que ver con aquella institución.

¿Qué recuerda de sus entrevistas con el príncipe Juan Carlos y actual rey?

- No puedo olvidar las conversaciones que mantuve con él. En alguna ocasión fue el propio Juan Carlos, siendo príncipe, el que me llamó a La Zarzuela. En una audiencia en la que me acompañó un numeroso grupo de dirigentes muy cualificados de Fuerza Nueva, le reproché, en voz alta, que nos llamara "monopolizadores del patriotismo". Lo encajó bien. Nos acompañó hasta el final de la escalera que da acceso al Palacio. Delante de todos, y sonriendo, me dio un fuerte abrazo de despedida. Conservo la foto.

Usted ha conocido muchas personalidades extranjeras. ¿Podría hablarme de algunas? ¿Qué trato ha tenido con líderes nacionalistas como Horia Sima, Almirante, Le Pen, etc...?

- Sería interminable hablar de ellos. Aguinaldo, en Filipinas, al que visité dos veces, me hablaba profundamente emocionado de la Madre España. Alfredo Stroessner, en Paraguay, era un gran admirador de Franco. Augusto Pinochet, siempre, en el poder y fuera del poder, ha hecho pública su amistad conmigo. Con Eduardo Frei, antes de ser presidente de Chile, tuve muy buenas relaciones, aunque no de signo político, pues era antifranquista. Con Giorgio Almirante y Jean Marie Le Pen combatimos por una Europa muy distinta de la que dibuja la Constitución que se nos propone. Almirante, que amaba sinceramente a España, era un gran señor, al que acompañé en muchos actos. Juntos hablamos en Italia, en Francia y en España. Me brindaron sus consejos, generosamente, el rumano Horia Sima, el belga Leon Degrèlle y el portugués Pedro Soares Martinez.

¿Qué relaciones mantuvo con monseñor Lefèbvre?

- Muy buenas. No he pertenecido ni pertenezco a la Hermandad de San Pío X, por la que tengo gran respeto; pero de monseñor Lefèbvre conservo cartas preciosas en las que me alentaba a proseguir mi lucha y en las que siempre hacía alusión a los mártires de nuestra Cruzada.

Usted tiene un gran parecido físico con José Antonio. ¿Es cierto que le propusieron ese papel en una película?

- Sí, es cierto.

¿La paz es un fin en sí mismo?

- La paz, dice el texto sagrado, es fruto de la justicia.

¿Qué diferencias hay entre un pacífico y un pacifista?

- El pacífico es el que contempla las Bienaventuranzas, es decir, el que predica y practica la justicia. El pacifista es algo parecido -con su paz a toda costa- al pazguato.

- ¿Qué opina de la objeción de conciencia?

- La objeción de conciencia al servicio militar que es, sin duda, por la que me pregunta, no la comparto. Se trata de una excusa equivocada o falsa para no cumplir con un deber cívico.

- ¿Cuándo es justa la guerra?

- Cuando cumple con las exigencias de la moral cristiana.

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«Sería largo contar lo sucedido aquella noche del 23 F. Me tranquilizaba saber que quienes ocupaban el Congreso no eran terroristas. En la mañana del 24, al salir de la Cámara, Tejero, dirigiéndose a Fraga, dijo en voz alta: "Usted peor que Carrillo"»

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¿Qué opina usted del supuesto golpe de Estado del 23-F?

- Opino que fue, tal y como se produjo, un error, aunque la intención de los que participaron en el mismo fuera buena y contara con cierto tipo de aprobaciones y estimulantes políticos. El manoseado y repetido "golpe de timón", que se pedía públicamente y por personalidades del Sistema, a fin de enderezar y fortalecer la "democracia" en peligro", insinuaría esa dirección desde arriba que la pregunta sugiere.

¿Cómo vivió aquella noche?

- Me sobresaltó la entrada del teniente coronel Tejero y sus acompañantes. No tenía la menor noticia del hecho que acababa de producirse. Me llamó la atención que no hubiera resistencia por parte de la fuerza pública y de los escoltas de quienes estaban en el hemiciclo o en el banco del Gobierno. Sería largo contar todo lo sucedido aquella noche. Me tranquilizaba saber que quienes ocupaban el Congreso no eran terroristas. En la mañana del 24, al salir de la Cámara, Tejero, dirigiéndose a Fraga, dijo en voz alta: "Usted peor que Carrillo".

¿Es cierto que usted vio la lista de los ministros que proponía Armada, la cual impulsó a Tejero a impedirle la entrada en el Parlamento?

- Absolutamente cierto.

¿Es usted reaccionario?

- Si por reacción no se entiende retroceso o retrógado, lo soy. Reaccionar ante lo injusto es signo de vitalidad.

¿Qué juicio le merece la actual Constitución?

- Pésimo, porque a su amparo, y gobernando unos u otros, se ha comportado de forma anticonstituyente, descristianizando al pueblo español y desnacionalizando a España. Al primero, lo paganiza, y al segundo lo convierte en una simple superestructura jurídico-política, es decir, en un Estado plurinacional.

En 1980 decía usted en Tarragona que España es un manicomio en régimen de autogestión. ¿Sigue opinando lo mismo?

- No sigo opinando exactamente lo mismo, porque los internos han blindado las puertas y ventanas del manicomio, y se impide la entrada de los médicos y de las medicinas.

¿Estamos aún a tiempo de acabar con el separatismo? ¿Cómo?

- Si no es verdad que en todo caso "la unión hace la fuerza", sí lo es el "divide y vencerás". En política, el factor idiosincracia del pueblo, lo que podríamos denominar psicología colectiva, exige confeccionar y aplicar los esquemas doctrinales en función de lo que la experiencia histórica pone de manifiesto. Por lo que respecta al pueblo español, esa experiencia nos indica que lo centrífugo individualista pesa más que los centrípeto integrador. Entregar el poder a quienes propugnan, sin violencia o con ella, el separatismo, es un crimen de lesa patria, que ha cometido el actual régimen y que ha puesto en grave peligro la unidad histórica y política de España. El combate contra el separatismo será largo; pero más largo y más difícil si no se empieza pronto, terminando, para empezar, con el Estado de las autonomías.

Si el aborto es un crimen, ¿cómo calificar a todos los gobiernos europeos que lo protegen y fomentan?

- Si el aborto, según el Concilio Vaticano II, es "un crimen abominable", creo que tales gobiernos, como el español, que lo han legalizado, merecen el calificativo de autores, cómplices o encubridores los que de una u otra forma cometen o ayudan a cometer tan repugnante delito, que niega el primero y principal de los derechos humanos, que es el derecho a la vida.

¿Qué opina sobre la inmigración?

- La inmigración verdadera beneficia no sólo a los inmigrantes sino a los países de salida y de recibo. Pero la inmigración descontrolada, ilegal y masiva -cuyos orígenes y causas valdría la pena examinar- es una invasión sumamente nociva, y en todos los órdenes.

¿Es cierto, como decía Pablo VI, que "el humo de Satanás" ha entrado en la Iglesia?

- Es cierto. Lo que no dijo es si había entrado al asalto, rompiendo las ventanas o porque alguien, desde dentro, las abrió.

¿Fue positiva la influencia del Vaticano II?

- Este Concilio fue pastoral y no dogmático. Hay documentos preciosos, concordes con la doctrina tradicional de la Iglesia. Otros, han dado origen a interpretaciones no sólo distintas sino contradictorias con esa doctrina. No puedo aquí y ahora comentarlos. En todo caso, las interpretaciones postconciliares han hecho posible, como decía Romano Amerio, que hoy, aunque tenemos un solo Papa, tengamos también Iglesias distintas, fruto de las divergencias con respecto al dogma, a los sacramentos, a la liturgia y a la disciplina. Desgraciadamente, aunque se está tratando de poner remedio, no fue positiva la influencia del Vaticano II.

¿Podría decirse que al nacionalcatolicismo le ha sucedido un democatolicismo errático?

- Estimo que sí. Las consecuencias de todo lo que es erróneo y errático las estamos padeciendo.

¿Ha cambiado la actitud de la masonería respecto a la Iglesia?

- En absoluto. La caída del bloque soviético, al menos en Europa, ha hecho que la masonería, desembarazada, en parte, de ese enemigo, tenga, en los campos político y económico, más despejada su histórica meta de destruir el cristianismo; y son bien visibles sus avances acelerados en España y fuera de España.

¿Y la de la Iglesia respecto a la masonería?

- Me remito al nuevo Código de Derecho canónico, cuyo texto ha sido revisado gramaticalmente en cuanto al tema de la masonería se refiere.

¿Qué obispos españoles han sido los más ejemplares en el último medio siglo?

- Para mí, durante la Cruzada, el cardenal Gomá, y después de la Cruzada, don José Guerra Campos.

¿Qué opinión le merece a usted monseñor Tarancón?

- En mi libro Mi réplica al cardenal Taracón, contestando al suyo, publicado post mortem, Confesiones, doy mi opinión y la documento. Otros prelados, que están en la mente de todos, fueron sus eficaces colaboradores en lo que yo llamé la transición eclesial.

¿Qué defecto perdona usted más fácilmente?

- La ignorancia, como carencia, y el error invencible.

Los amigos extranjeros de Blas Piñar fueron muchos. Giorgio Almirante - a la izquierda de la foto-, uno de ellos. También Gianfranco Fini, actual ministro de Asuntos Exteriores italiano -a la derecha del grabado-, que aparece en una conmemoración del 18 de Julio en Las Ventas.

¿Cuál le parece el más detestable?

- La infidelidad en todos los órdenes, es decir, la quiebra injustificada de la amistad, la deslealtad política y la apostasía religiosa.

¿En qué consiste la felicidad?

- En tener la conciencia tranquila por haber cumplido y tratar de cumplir lo que demanda Dios, lo que te pide la Patria y lo que exige la Justicia.

Para usted, ¿qué es la vida?

- Un don de Dios, cuyo objetivo no es gozar, sino servir.

¿Y la muerte?

- Un nuevo nacimiento, el nacimiento a la Vida eterna. Por eso, el dolor de la muerte es algo así como el dolor del parto.

¿Qué se siente cuando miles de personas le aclaman a uno?

- Una mezcla de vanidad estúpida y de vergüenza al pensar en uno mismo.

En cierta ocasión Carmen Franco le dijo a Blas Piñar: "Gracias por todo lo que estás haciendo por mi padre".

¿Qué elogio ha recibido usted que no haya olvidado?

- Unas palabras de Carmencita Franco, la hija del Caudillo. En una visita al Palacio del Pardo, cuando el general estaba enfermo de muerte, me dijo, dándome la mano: "Blas, gracias por todo lo que estás haciendo por mi padre".

¿Cuál ha sido el día más amargo de su vida?

- Fueron varios: los de la muerte de mis padres y el día en que las Cortes de Franco, al hacerse el hara-kiri, pisotearon la Cruzada y la sangre heroica y martirial, que se derramó en la llamada guerra de los mil días.

¿Y el más feliz?

- El de la Victoria del 1 de Abril de 1939.

¿Es indispensable ser culto para ser feliz?

- No. A veces hace infeliz el exceso de cierta cultura.

¿A qué personaje histórico admira más? ¿Por qué?

- A don Juan de Austria, el vencedor de Lepanto. Si la Reconquista nos liberó del islamismo en la península, Lepanto evitó, en gran medida, la dominación islámica de Europa.

¿Qué acontecimiento histórico le hubiera gustado vivir?

- La conquista de Granada por los Reyes Católicos.

¿Qué tipo de música le gusta?

- La clásica y la folklórica.

¿Cabe decir que usted ha sido un hombre influyente?

- No lo sé, entre otras cosas porque la influencia verdadera se aprecia con el transcurso de los años.

¿A quién odia usted?

- El odio no es siempre un pecado. No le es, por ejemplo, el odio al odio. Yo tengo, en todo caso, y muy presente, la frase en el Alcázar de Toledo de Antonio Rivera: "Disparad, pero disparad sin odio".

¿Qué ha perdido usted y qué ha ganado con los años?

- He perdido la ilusión por cosas que la vida me ha demostrado que son secundarias o banales. He ganado o cosechado años, y lo que es más importante, criterio para discernir sobre personas, proyectos e instituciones.

¿Le ha apuñalado alguien por la espalda?

- Tanto como apuñalarme en sentido físico, no. En sentido figurado, sí.

¿Cuál ha sido su mayor equivocación política?

- Creer que todo el que se autollama patriota verdaderamente lo es.

¿Y su mayor ingenuidad?

- Esperar recompensas en esta vida por el sacrificio y la entrega desinteresada al servicio de causas nobles.

¿Qué condiciones debe reunir un líder?

- Unas convicciones firmes; una voluntad de acero para continuar, no obstante los obstáculos, y una conducta que no contradiga lo que se propone y defiende.

Después de tantos años de experiencia ¿cuál es para usted la regla de oro de la acción política?

- La prudencia, como virtud cardinal.

"Cuando te aclaman sientes vergüenza al pensar en uno mismo", dice Blas Piñar en la presente entrevista. En la foto, un palco de un teatro de Gerona en plena Transición.

¿Cuál es la utopía más funesta de las que ahora dominan el mundo?

- Entiendo que aquella que estima que el hombre y la sociedad en que el hombre vive pueden prescindir de la Verdad revelada, del Derecho natural y de la Moral objetiva.

Si pudiera remediar los males de la humanidad ¿por dónde empezaría?

- Por la escuela y la familia.

La revista Fuerza Nueva se sigue editando desde hace casi 40 años. ¿Ello se debe a un milagro o a su propio tesón?

- Cada vez que me llega la revista, en un medio como el que nos rodea, hostil o algodonante, pienso en el "milagro".

¿Quiénes son sus lectores?

- La verdad es que no tenemos fichas de suscriptores -y por supuesto ni de lectores- en las que conste la edad y la profesión de los mismos. Presumo que la mayoría son de clase media para abajo.

¿Cuántos números han salido hasta ahora?

- 1.311 al día de hoy, 1 de junio de 2005.

¿Cuántas veces fue secuestrada?

- En cinco ocasiones.

¿Es cierto que Correos boicotea la distribución de la revista?

- Durante un tiempo largo, que ya pasó, así fue. Nuestras quejas a las autoridades fueron desoídas. Es verdad que en una ocasión los ejemplares de la revista fueron quemados en el Palacio de Comunicaciones.

¿Qué le ha animado a usted a escribir sus tomos de Memorias?

- Dejar constancia, para la Historia que se escriba con objetividad, de lo que fue la Transición.

¿Dígame cinco libros o escritores que hayan ejercido gran influencia sobre usted?

- Ramiro de Maeztu (Defensa de la Hispanidad); Manuel Siurot (La emoción de España); José Corts Grau (Motivos de la España eterna); Príncipe Sturdza (El suicidio de Europa) y Divo Barsotti (La vía del ritorno).

¿Cuáles son sus principales aficiones?

- La lectura y la natación.

¿Gobierna el Gobierno?

- Los gobiernos del Régimen actual, de uno u otro signo, no han hecho otra cosa que desgobernar.

¿Duraría mucho una España rota, a la yugoslava, unida sólo por el vínculo de la monarquía?

- No la monarquía, hoy meramente nominal, sino también la corona, aunque fuese reconocida como tal por los nuevos reinos y repúblicas de taifas, como algunos proponen, no mantendría la unidad de España, que la Constitución de 1978 considera indivisible.

¿Cree usted que llegará a reinar algún día el príncipe Felipe?

- No soy profeta. Pero el equilibrio inestable en el que hoy vivimos lo pone difícil.

¿Qué vive actualmente Europa, la prosperidad o la decadencia?

- Spengler, y no sólo él, previeron la decadencia de Occidente, que incluye a Europa. Cuando los hombres o las naciones pierden su alma pierden la vida.

¿Cómo debería ser la Europa del futuro?

- Para ser Europa, y no sólo de nombre o geografía, tienen su habitantes que fortalecer su conciencia de europeos, reencontrar sus raíces comunes y aprender las lecciones -no siempre gratas- que les ofrece de modo didáctico la Historia. Sólo así pueden iniciarse y asegurarse con garantías la "Unión". "Unión" que coordine y no destruya ni las mejoras sociales, ni el prestigio, ni la defensa del continente, ni la independencia de las naciones que han de considerarse y comportarse como hermanas.


JUAN FERNANDEZ KROHN: BLAS PIÑAR Y LEFEBVRE

Je vous salue Marie pleine de grace, que votre nom soit sanctifié", canta tan nostálgico como entonces el cantante francés (de "droite") Serge Lama en una vieja canción, llena de encantaciones hoy como ayer, de aquellos tiempos ya tan lejanos cuando deambulé sin norte fijo y casi sin cobijo también por la geografía francesa en la primavera del 86 -transitando por medios próximos a Econe y al Front National francés, más entre los segundos que entre los primeros que se portaron no poco generosos conmigo-a seguir a mi liberación unos meses antes de la cárcel portuguesa.

Y escuchándola de nuevo ahora tantos años después las mismas lágrimas (calientes) hoy como ayer se me escurrían insensiblemente por las mejillas, mientras me sentía fatalmente invadido de un juego (mágico) de espejos acordándome de una oración célebre del viejo Maurras que sus partidarios franceses más clericales presentarían siempre (exageradamente) como la de su "conversión", de los últimos años de su vida, tras la condena y la cárcel que la suerte le depararía, secuelas fatales del fracaso y de la derrrota, y donde acertó a verter un canto poético sin igual a las glorias del catolicismo frances a lo largo de su historia.

"Semper idem" el viejo Maurras en ese primor de poesía patriótica -y religiosa- de su años tardíos. Incorregiblemente católico (francés) y nacionalista. Y las vírgenes (prudentes) de antes del concilio evocándolo en estas líneas nos siguen sonriendo benévolas y maternales como aquella virgen románica que presidía el despacho de trabajo de Francisco Umbral, él que había bajado, él también, los santos y las vírgenes de sus pedestales vistiéndolos de paisano a partir de un momento de su vida y de su trayectoria.

Y la flores -siempre presentes- de la tumba de mi difunto padre (¡el pobre!) reverdecen se diría en este homenaje que le quieren brindar estas lineas en el momento mismo que me despido de tantas cosas -y de tantos también- tras la turbo/beatificación del pasado domingo en Roma.
Un adiós (au revoir) o hasta la vista al menos estas sentidas líneas a algunos testigos españoles de mis años de odisea, entre los cuales figura en primera fila, por méritos propios, Blas Piñar sin discusión alguna. En un comentario a mi entrada de anteayer sobre la disputa que opone los días que corren José Luis Roberto y Ricardo Sánez de Ynestrillas en las que ponía yo efectivamente a Blas Piñar de testigo de cargo contra la Roma del concilio en definitiva, uo de mis lectores se mostraba extrañado y contrariado también sin duda en su admiración hacia la figura del viejo líder (ex-franquista)

Blas Piñar me conoce bien -como tantos otros (...)- de mucho antes incluso de mi gesto de Fátima y de incluso antes de mi marcha a Ecône. Mi detención en Fátima y el estruendo en los medios que se seguiría hizo el vacío en torno mío casi absoluto, hasta mi salida de la cárcel portuguesa. Y después tampoco se puede decir que se apresurasen muchos a salir a mi encuentro; la excepción a la regla lo fue sin duda la de Blas Piñar que entró en contacto conmigo tras mi salida de Portugal en aquellos meses que residí en España antes de fijar definitivamente mi residencia en Bélgica, a través de su hija Isabel en una oferta generosa de ayuda que decliné entonces por un prurito de independencia y en ejercicio de un legítimo usufructo de la libertad en todos los órdenes que empezaba a experimentar entonces por vez primera por así decir en el transcurso de mi vida.

Decliné su ofrecimiento pero el gesto no lo ovidé. Y sin duda por eso varios años después, residiendo yo ya en Bélgica, a principios de la década de los noventa, me sentí en el deber ineludible de rendirle visita en su domicilio de Puerta de Hierro donde me recibió con amabilidad y deferencia exquisitas. Sin la menor sombra de reproche de la clase que fuera.

Fue la última vez no obstante que le vi (de cerca), y ya al despedirnos tuve el presentimiento que era la última vez que le veía (hasta hoy) y que mi vida seguía en lo sucesivo rumbos verdaderamente alejados y distantes de los suyos que harían nuestro reencuentro más que improbable en un futuro mas o menos cercano, en lo que no me equivocaría.

Por eso esta entrada que le dedico (en parte) se pretende si no un adiós definitivo, sí en cambio una evocación, y un llamamiento o si se prefiere un ruego o una súplica a hacerle comparecer en la lista de testigos de honor en el asunto que nos ocupa -de la querella de Roberto contra Ynestrillas- en aras de la reconciliación siempre posible -y por más que pueda parecer al día de hoy alto improbable- de entre todos los que encontramos cobijo un día bajo las mismas banderas. Hoy plegadas y arriadas por todas partes.

Cuando excomulgaron a Monseñor Lefebvre en plena era Wojtyla a mediados de la década de los noventa la revista "Fuerza Nueva" dedicó un comentario un tanto fugaz que caería en mis manos algún tiempo mas tarde -en una de mis visitas esporádicas a España- y que no me pasaría desapercibido. El autor del comentario editorial sobre el tema venia a decir que el tiempo diría si aquella drástica medida vendría a cerrar definitivamente la vía de agua que la disidencia del obispo francés había abierto en la barca/de/pedro o si al contrario había venido a asestarle el golpe de gracia definitivo.

En un reflejo sin duda, las líneas aquellas, de la actitud a la expectativa que fue la de aquella revista y de su fundador desde que se alejaron prudencialmente de aquellos nuevos apestados -de la iglesia -como los solitarios de Port-Royal o los excomulgados de la Acción Francesa- en que nos convertimos de golpe todos los que gravitábamos en la órbita de Econe y de la FSSPX entonces, dejando atrás los tiempos aquellos en los que Blas Piñar fue el portavoz más destacado entre españoles de las posturas del obispo francés en el contencioso que le oponía con el Vaticano.

Y atrás quedaban en efecto aquellas escenas un tanto memorables de una de las visitas a Madrid a finales de los setenta del obispo francés recibido con toda pompa y esplendor en la sede de Fuerza Nueva de Madrid (calle Lagasca) y saliendo al balcón acompañado de su anfitrión español a saludar a la pequeña muchedumbre que le aclamaba a la entrada de la sede y desparramada en la calles adyacentes.

De pronto Roma -"verbi gratia" la iglesia del concilio- esgrimió, sin duda de cerca y sin contemplaciones, la amenaza de excomunión y otras sanciones canónicas entre sus segundones (católicos)/españoles y aquellas muestras de apoyo tan sinceras y entusiastas desaparecerían como por arte de ensalmo o golpe de varita magica, y sin duda que el dato es de mención insoslayables en la evocación de las circunstancias que acompañaron fatalmente a mi propia trayectoria en los años que siguieron a aquella ruptura entre Econe y sus amigos españoles, sin lo que no se explica en modo alguno o no del todo mi gesto de Fátima.

Han pasado casi veinte años, ya digo, desde que habló con Blas Piñar por utima vez (largo y tendido, y a solas), mi odisea de aislamiento y expatriación entre tanto se proseguiría hasta hoy sin interrupción, quiero decir con ello que no le guardo rencor (en absoluto) pero tampoco me siento - todos lo comprenderán aquí sin pena alguna- en deuda con él en modo alguno ni política ni religiosamente hablando (todo a la vez, bien junto y bien revuelto)

Y por eso ahora, en el contencioso que opone dos figuras emblemáticas de unos medios políticos e ideológicos en los que no dejan de gravitar de todo su peso Blas Piñar y el movimiento que deja en legado tras suya a sus próximos y allegados, me siento libre como el viento a la hora de denunciar el clericalismo en la política española o si se prefiere la sombra de la institución/eclesiástica y sus brazos y tentáculos innúmeros y el protagonismo que a todas luces vienen ejerciendo en el contencioso al que aquí aludo. Indirectamente aunque sólo sea y a espaldas incluso de sus dos principales protagonistas.

Y no es que con ello este pretendiendo emplazar aquí de una forma u otra a Blas Piñar y sus partidarios; sí pienso en cambio que su papel de mediación se está echando en falta grandemente en este asunto. Aunque solo fuera por su prestigio y su ascendencia y autoridad moral innegables en los medios afectados por esa querella y por la circunstancia aunque solo fuera de haber ya en el pasado cuidadosamente evitado el toparse/con/la/iglesia que lleva por lo tanto fatalmente a pensar que tal vez prefiriera hacer lo propio ahora, por los perfiles de política religiosa indiscutibles -en relación directa con la moral y las buenas costumbres- que arrastra el contencioso que Roberto e Ynestrillas vienen protagonizando.

En claro y en crudo: la acusación mayor que los detractores de José Luis Roberto vienen sosteniendo en contra suya es la de conducta (publica) inmoral de resultas de la presidencia que este último desempeñó durante largo tiempo de una organización que agrupa a todos los explotantes de locales de alterne en suelo de la península. ¿Y cómo no poner en relación directa un detalle tan poco trivial con ese rigorismo exacerbado en materia de sexualidad del que daría muestras sin pausa ni descanso el magisterio eclesiástico en los últimos pontificados y en particular durante la era Wojtyla?

Porque de verdad que se comprende mal esa cerrazón rayana en la obsesión patológica, en una serie de temas - preservativos, píldoras contraceptivas (de antes o de después) relaciones extra/conyugales, homosexualidad (entre adultos), legalización o regulación de la prostitución, incitación (con propósitos educativos) a la masturbación entre adolescentes, matrimonio y adopción de niños entre homosexuales, pornografía etcétera, etcétera- que vendría a ser como el telón de fondo inseparable (teñido de hipocresía) de la plaga de escándalos "urbi et orbe" en materia de pedofilia eclesiástica -en concreto de violaciones (en serie) a manos de eclesiásticos de criaturas encomendadas a su cargo - y de las recientes ceremonias de bonificación del santo/súbito, en la medida que aquella se declararía y se propagaría mayormente durante su pontificado.

En la duda y la incertidumbre la pregunta se impone pues, ¿que piensa Blas Piñar del Santo Súbito y del encubrimiento de eclesiásticos pedófilos - curas obispos y cardenales - del que aquél se ve hoy acusado por todas partes, antes y después de la turbo/beatificación de Roma?