Thursday, 11 November 2010

KROHN Y LA "MALDICIÓN DE FÁTIMA"


Curioso cómo se ha ido borrando de los medios el segundo atentado a JuanPablo II,mientras se insiste en el primero.De ese modo, el nombre de Juan Fernandez Krohn se ha ido borrando hasta ser sólo 'a deranged priest', ni siquiera spanish...Aunque no haya relacion directa entre los dos atentados,sí la hay indirecta y el asunto es lo suficientemente importante para ser tratado,cosa que Iker y sus invitados
no hicieron,,,

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Dziwisz’s behind-the-scenes observations about the two assassination attempts, almost exactly a year apart (1981 and 1982), are informative. He notes that the first attack, in St. Peter’s Square, left the pope badly in need of a blood transfusion. The first transfusion did not take, as his body rejected the blood. A second attempt succeeded with blood from the doctors themselves: “That’s how the doctors saved the pope,” Dziwisz explains, “They donated their own blood.” Because the attempt on his life occurred on the anniversary of the first appearance of our Lady of Fatima in Portugal in 1917, the pope credited his survival to her intervention. A year later, on a pilgrimage to Fatima, where he delivered the bullet that nearly killed him, there was a second attempt on his life, this time by a deranged priest. Dziwisz reveals that the knife attack actually wounded the pontiff — information not made public until recently.

Juan María Fernández y Krohn (born in Spain in 1948) is a former Roman Catholic priest and former Belgian lawyer who tried to physically attack Pope John Paul II in 1982. He was ordained a priest in the Society of Saint Pius X seminary in Ecône, Switzerland in 1978. He was retroactively terminated from membership in the Society after his assassination attempt on the Pope and because he openly proclaimed that Archbishop Marcel Lefebvre's opposition to Pope John Paul II was too weak.

On May 12, 1982, he tried to stab Pope John Paul II with a bayonet in Fatima, Portugal. It's unclear whether he wounded the Pope or not. During his trial, he claimed that he was opposed to the reforms of Vatican II and that he believed Pope John Paul II had been in league with the Soviet Union and even was a secret Communist agent trying to corrupt the Vatican. He received a six-year sentence though he served only three years and then was expelled from Portugal, after which he moved to Belgium. By then, he had already completely given up the Roman Catholic priesthood.

In Belgium he became a controversial lawyer. During the beginning of his career as a lawyer, he was accused of slapping judge and Cassation president Erik Carre in the face with his flat of his hand. Fernández y Krohn was also accused of spreading "anti-semitic propaganda" in the councillors' room of the Brussels Palace of Justice.

In 1996, he was charged with setting fire to a centre of the Herri Batasuna, the political branch of the terrorist Basque separatist group ETA. He was subsequently acquitted.

He was arrested again in July 2000 after climbing over a security barricade at the Royal Palace of Brussels, and throwing accusations of murder at the approaching Spanish King Juan Carlos. He accused him of killing his brother Alfonso in 1956 in order to become King of Spain. He received a four-month probational sentence and a fine.

After 2000, he has lived in Belgium and Spain, and is reported to be an expert in art and literature of the Spanish post-Civil War period (1939-1990)

MAGNICIDIO | HABLA EL EX SACERDOTE CULPABLE

«No llegué a herir al Papa»

«Los agentes de Juan Pablo II me derribaron antes», declara en exclusiva a «Crónica» el ex sacerdote Fernández Krohn, localizado en Bruselas. El secretario del Papa fallecido dice que este español llegó a clavarle un cuchillo en Fátima, en 1982.

JOSÉ MANUEL VIDAL

Creía haber pagado lo suficiente con los tres años y medio que pasó en una cárcel portuguesa. Pero a Juan Fernández Krohn le persigue su pasado de «cura que atentó contra el Papa Wojtyla en Fátima». Hasta ahora se creía que sin llegar a herirlo. Pero ahora, el que fuera su secretario durante más de 39 años, Stanislaw Dziwisz, revela que Juan Pablo II recibió una cuchillada que le hizo sangre. «Un montaje prefabricado, un infundio», se indigna el hoy ex sacerdote. Pero le apunta el dedo acusador de un cardenal. Y le persigue la «maldición de Fátima».

El 12 de mayo de 1982 Juan Pablo II visitaba Fátima para depositar, en la corona de la Virgen, la bala que le había disparado un año antes, en la Plaza de San Pedro, el turco Ali Agca. Como ofrenda por haberle salvado la vida. Y allí mismo, la Virgen volvió a salvarlo. El cura español Juan Fernández Krohn se abalanzó sobre él con un puñal. «Puedo revelar ahora que fue herido. Cuando lo llevamos de vuelta a su habitación, había sangre», asegura Dziwisz, cardenal de Cracovia.

Fernández Krohn, el acusado, lo desmiente categóricamente en declaraciones exclusivas a Crónica. «Estas pretendidas revelaciones del antiguo secretario de Juan Pablo II me suenan a un montaje prefabricado con objetivos bien precisos. No herí al Papa».

Lo argumenta así: «Los agentes encargados de la protección papal me derribaron. Justo a los pies del Papa, me sujetaron y me obligaron a seguir en su presencia, cara a cara. Mostraba adustez y dureza en el rostro, pero ni el menor síntoma de estar herido».

De aquel Juan vestido de sotana ya poco queda. Hoy, vive en Bruselas. O, mejor dicho, malvive. «Mi situación es muy precaria. Vivo en una estrechez casi total desde hace 22 años. Sin futuro y con las puertas cerradas. Tengo muchas carreras, pero de poco me han servido. Y eso que hice de todo. Desde contable a abogado, pasando por obrero agrícola o mecánico de bicicletas». No tiene trabajo y lleva dos años dedicado a hacer una tesis doctoral. Vive en una residencia universitaria para estudiantes, en la que no le cobran nada, pero mantiene la esperanza de salir adelante. «Espero que, con la tesis terminada y con el título de doctor, pueda encontrar un puesto de profesor en Bélgica o en España».

Su único consuelo es su hijo Niels Manuel. Tiene 18 años y, hasta ahora, ha vivido con su madre, que es belga flamenca. «Ya se ha independizado, está terminando el bachillerato y tiene la doble nacionalidad. Es un fenómeno y mi único sostén en medio de tantos sufrimientos».

Un vía crucis que comenzó hace más de cinco lustros, cuando la Justicia portuguesa le condenó a tres años y medio por intento de magnicidio. «Esa fue también la idea que me quedó hasta hoy, procurándome un gran alivio: que mi acto de protesta, de resonancia mundial, se saldase de forma incruenta».

Las crónicas de entonces contaban así el suceso: «Millones de personas han podido ver cómo la policía portuguesa sujetaba a un joven, vestido con sotana, que se resistía, mientras el Papa, vuelto hacia atrás, dirigiendo su mirada al lugar del tumulto y en silencio, daba su bendición. Se le oyó gritar: «Muera el comunismo y el Concilio Vaticano II»».

¿Qué es lo que busca, entonces, el cardenal Dziwisz, desvelando el misterio de Fátima 25 años después? Fernández Krohn responde: «Aparte de las intrigas vaticanas que se me escapan, el objetivo es desviar la atención de la opinión pública sobre la connivencia y el colaboracionismo con la policía comunista de altos jerarcas de Polonia y de la propia Curia romana durante los años del pontificado de Juan Pablo II».

EL ATAQUE A WOJTYLA

Fernández Krohn nació el 24 de junio de 1949 en el seno de una familia bien y profundamente católica del madrileño barrio de Argüelles. Tanto que su padre nunca le perdonó el atentado contra el Papa. «Nunca llegué a reconciliarme con mi difunto padre. Lo lloré mucho». Muy aficionado al deporte, fundamentalmente al atletismo, a los 17 años inicia la carrera de Económicas en la Universidad Complutense de Madrid. De carácter apasionado y afable, hace gala de un gran sentido del humor. Alto y de tez morena, se lleva a las chicas de calle.

Lo ordenó sacerdote el arzobispo Marcel Lefébvre en 1978. Su primera misa, celebrada en el hotel Meliá Castilla de Madrid, fue todo un acontecimiento social en la época. Con más de mil personas invitadas. Entre ellas, la hija de Franco. «La misa fue de rito tridentino, que estaba rigurosamente prohibido en España. Por eso, al día siguiente, en la Hoja del Lunes, el cardenal Tarancón, de triste memoria, sacó una nota de lo más virulenta», recuerda.

La llegada al solio pontificio de Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978 hizo escorar todavía más a la Hermandad de Lefébvre. A su juicio, el Papa Wojtyla «era el candidato de la izquierda eclesial, para ganarse a la derecha». Decidió quitarlo de en medio o, al menos, darle otro susto (Alí Agca ya le había disparado al corazón). Enfundado en su sotana y con sus conexiones no le fue difícil acceder al altar del Papa. «Cuando llegó, estaba en primera fila y me abalancé sobre él, pero me sujetaron antes de que pudiera rozarlo».

—¿Por qué quiso matar al Papa?
—Fue un sacrificio por la salvación de la Iglesia, de España y de mis convicciones de católico español o de nacionalcatólico.
—¿Fue un acto de enajenación mental?
—No estoy loco.
—¿Se arrepiente?
—No me arrepiento de nada.
—¿Volvería a hacerlo?
—No, he evolucionado.
—¿Se siente pecador?
—Pecador sí, pero criminal nunca. Ni delincuente tampoco.
—¿Qué piensa de Ali Agca?
—Es anticristiano y antioccidental y ve al Papa como jefe de los cruzados. A pesar de ello, Juan Pablo II le perdonó. Algo que, en cambio, nunca hizo conmigo.

Detenido por los guardaespaldas del Papa, fue juzgado en Portugal. «En el juicio — aunque mi abogado y todo el mundo me aconsejaban que adujese enfermedad psiquiátrica— yo mantuve una estrategia suicida: asumí todo y me condené a mí mismo». Seis años y medio de cárcel por intento de asesinato y siete meses más por desacato. En la cárcel, abandonó el sacerdocio.

Tras cumplir la pena, «anduve deambulando por diversos países europeos y, al ver que no tenía salida alguna en la vida civil en España, me vine a Bélgica. Aquí, tuve una segunda juventud». Se casó por lo civil con una periodista portuguesa que había cubierto su caso.

La «maldición de Fátima» le persigue y en su recorrido vital florecen los problemas. En 1999, es acusado de intentar incendiar la sede de Herri Batasuna en Bruselas. Y en el año 2000, «con motivo de la visita del Rey a Bélgica protagonicé un acto de protesta, al que dio amplia cobertura la prensa española y, en especial EL MUNDO. Grité: «Rey Borbón, yo no maté al Papa, tú, en cambio, mataste a tu hermano».

La policía belga lo detuvo. «Me encerraron en la jaula de los locos furiosos. Con un comedero como el que tienen los animales en las cuadras en España. Denigrante».

Tras salir del psiquiátrico, Fernández Krohn le promete a su hijo que no volverá a meterse en líos. Y se dedica a buscar trabajo, sin encontrar demasiadas salidas. Eso sí, recibe «presiones y ofertas para que se convierta al protestantismo y al Islam. «No llegaron a ofrecerme dinero, pero sí solucionar mi vida y la de mi familia para siempre». La oferta del Islam le llegó a través del famoso escritor converso Roger Garaudy. No aceptó. «Soy de una familia cuyas raíces católicas se pierden en la noche de los tiempos. Tuve incluso mártires durante la guerra».

Cuando las aguas de su vida parecían calmarse, se encuentra de nuevo en el ojo del huracán. Porque en Roma, un cardenal ha resucitado su «maldición de Fátima». Una maldición «que me persigue, que pesa como una losa que está a punto de aplastarme de nuevo».
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