Wednesday, 9 February 2011

NAZIS: HOMOSEXUALS AND ANTICHRISTIANS?


Were Nazis a homosexual, pagan cult?

That's the conclusion of updated classic 'The Pink Swastika'

--------------------------------------------------------------------------------

Posted: January 04, 2011
9:14 pm Eastern

© 2011 WorldNetDaily

WASHINGTON – It's a book that has been shunned from libraries.

It's a book that is disturbing, compelling and persuasive on its major point – that homosexuals dominated the German Nazi Party from its birth through its catastrophic demise.

It's a book that is vilified by America's "gay" activist establishment.

But it's also a highly footnoted, meticulously documented book whose primary sources include the best historical work on the rise and fall of the Third Reich.

"The Pink Swastika: Homosexuality in the Nazi Party" by Scott Lively and Kevin Abrams challenges the notion that homosexuals were victimized during the Holocaust in ways comparable to the Jews. But it does much more than that. It also makes the case that the Nazi Party is best understood as a neo-pagan, homosexual cult.

From the party's founding in a homosexual bar, "The Pink Swastika" introduces the reader to all the household names of Nazism – from Goebbels to Goering and Himmler to Hess – and their secrets of sexual perversion, one of the driving forces of their genocidal sadism.

"This is a deeply disturbing book," said Joseph Farah, editor and chief executive officer of WND, who recently added a new 4th edition of the book to the WND Superstore. "Perhaps not until very recently, with the mandating of open homosexuality in the military and the widespread promotion of same-sex marriage, could Americans have been expected to see the relevance of this remarkable work to their own society. We say, 'never again.' But do we mean it? Do we even understand what actually happened? I didn't – until I read this book."

"The Pink Swastika" also offers revealing quotations from Nazi leaders themselves that explain their religious bent, putting to the lie the notion that Hitler and his coterie had anything but contempt for Christianity.

It seems the Nazis sought first to destroy the Jews, but Christianity was next on the agenda.

The real target of the homosexual pagan cult of Nazism was Judeo-Christian morality, the book finds.

A widely circulated German publication, "Defilement of Race," laid out the plan:

"Through the German soul and through unadulterated German blood, the world will be able to return to a state of health, but only after it has been freed from the curse of Judaism and of Christianity. … The mission of German nationality in the world is to free this world of Jews and Christians. … It is the very essence of Christianity … for all people to become 'united in brotherhood.' To achieve this, all barriers of race must fall. The maintenance of such barriers means the preservation of national individuality, which is essentially irreconcilable with the Christian aim of universal brotherhood. … Because this disintegration of racial culture has been consciously and systematically pursued by Christianity, and is still being pursued today, it is race defilement."

Dietrich Hutton, the author of that screed, explained Nazis saw Judaism as the source of the wider problem that involved all the world's Christians, too.

"The way in which Christianity is directed in the interests of world Jewry and its attitude toward Judaism is traceable to the undeniable fact that the founders and proclaimers of the teachings of Jesus of Nazareth were full-blooded Jews," he wrote. "It cannot therefore be coincidence, or negligence or ignorance that consciously makes Christians … deviate from the fundamental tenets of conservating nationality and cultivating race. The reason for this is to defile non-Jewish races, weaken and destroy them so that Judaism, as the 'chosen people,' can … [erect] a world sovereignty on the ruins of the non-Jewish races, which Christianity has destroyed."

"You will never look at Nazism or homosexuality the same way again after reading 'The Pink Swastika,'" concludes Farah.

Already, only a few days after introducing this new edition of the book into the WND Superstore, Farah says homosexual bloggers and commentators have taken notice and "are pulling out the long knives of invective and abuse."

"They say this book has been discredited," Farah says. "But I've read the book and I've read all the criticism. The book more than stands up to all the attacks I've seen, most of which are completely baseless."

Read more: Were Nazis a homosexual, pagan cult?


A VIDA DE S. JOSÉ CUPERTINO NO CINEMA

The Reluctant Saint. La vida de San José de Cupertino. Patron de los estudiantes. San José de Cupertino, nacido en Italia en el siglo XVII, es "El hombre que no quería ser santo". Interpretado por Maximilian Schell, que hizo aquí el mejor papel de su vida. Curiosamente esta película ha pasado bastante desaparcibida a los cinéfilos y raramente la halla uno en alguna relación de películas sorprendentes o meritorias.


    TITULO ORIGINAL The Reluctant Saint AÑO 1962
    DURACIÓN 105 min. DIRECTOR Edward Dmytryk
GUIÓN John Fante & Joseph Petracca
REPARTO Maximilian Schell, Ricardo Montalbán, Lea Padovani, Akim Tamiroff, Harold Goldblatt, Arnoldo Foa GÉNERO Y CRÍTICA Drama. Comedia PAIS: USA.

Es un film sensacional y emocionante, porque cuenta la vida de un hombre extraordinario y singular; tanto sus familiares, como sus vecinos, como los franciscanos de los conventos en los que intentó vivir religiosamente, lo trataron como a un "inútil" en el pleno sentido de la palabra, porque lo rompía todo, porque se quedaba extasiado con la boca abierta, porque parecía lelo y atontado, porque no lograba aprender de los libros nada más que una sola frase. En tales circunstancias, le asignaban los peores oficios, lo desconsideraban y maltraban por todos lados; pero estando sufriendo esta vida, empezó a levitar sin pretenderlo, se ponía a orar de rodillas y sin darse cuenta se elevaba varios metros del suelo en pleno extasis, causando auténticos sobresaltos entre quienes presenciaban este fenómeno contrario a las leyes de la gravedad; también suscitó envidias y acusaciones de andar endiablado entre los compañeros franciscanos, quienes no podían comprender como un hombre tan "inútil y donnadie" podía ser espiritual o tener sintonía con Dios. Pero esta es la gran lección de la vida de San José de Cupertino: lo que el mundo desprecia, resulta que lo INEFABLE o DIOS, lo eleva, lo elige y lo hace destacar como suyo por excelencia.

Una película inaudinata, fuera de lo común, prácticamente desconocida, que no le dejará indiferente; es más, que puede incluso influenciar religiosa y transformadoramente en la vida de quien la contemple con atención. ¡Si aún no la ha visto, advertido queda !

SAN JOSÉ DE CUPERTINO (O COPERTINO)

18 de Septiembre

Fraile franciscano, Patrón de los estudiantes

"La obediencia es como un cuchillo por el cual se mata la voluntad del hombre y se le ofrece a Dios. Hace que el hombre se vaya conformando con el cielo".

José nació el 17 de junio de 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino (Lecce). Sus padres eran muy pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.

A los 17 años pidió ser admitido a la orden franciscana pero no fue aceptado. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían asignado. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por no cumplir bien con sus deberes tuvo que dejar el convento.

Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, quien declaró que este joven "no era bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que le recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los frailes.

Conversión

Sucedió entonces, que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los frailes como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.

Dificultad en los estudios.

Lo pusieron a estudiar para prepararse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo, pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, esa será la que tiene que explicar". Y salió precisamente la única frase que Fray Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre ".

Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: "¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?". José, que era el próximo en turno y estaba atemorizado, se libró de tener que pasar el examen.

Es por eso que nuestro santo es el patrón de los estudiantes, especialmente de los que, como él, encuentran dificultades en sus estudios. El santo se complace en ayudarles. En su santuario en Osimo sigue creciendo la documentación que testifica su intercesión.

Sacerdote de oración y penitencia

Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1628 y se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo, consagrado a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).

Éxtasis y milagros

Sus éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales eran tan frecuentes que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro santo.

Levitación. Se conoce de mas de 200 santos que experimentaron levitación. Este don extraordinario consiste en la elevación del cuerpo humano sin la participación de ninguna fuerza física. Se ha considerado como un regalo que Dios hace a ciertas almas muy espirituales. San José de Cupertino tuvo numerosísimas levitaciones, es decir volaba por los aires.

Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires. Quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la santa Misa, o cuando rezaba los Salmos. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella, sus compañeros de comunidad lo observaron 70 veces en éxtasis. El más famoso sucedió cuando diez obreros deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte.

Cuando estaba en éxtasis lo pinchaban con agujas, le daban golpes con palos, y hasta le acercaban a sus dedos velas encendidas y no sentía nada. Lo único que lo hacía volver en sí, era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: "Excúsenme por estos ataques de mareos que me dan".

Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por un campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.

Como estos sucesos tan raros podían producir verdaderos movimientos de exagerado fervor entre el pueblo, los superiores le prohibieron celebrar misa en público, ir a rezar en comunidad con los demás religiosos, asistir al comedor cuando estaban los otros allí, y concurrir a las procesiones u otras reuniones públicas de devoción.

Un día llegó el embajador de España con la esposa y mandaron llamar a Fray José para hacerle una consulta espiritual. Este llegó corriendo. Pero cuando ya iba a empezar a hablar con ellos, vio un cuadro de la Virgen que estaba en lo más alto del edificio, y dando su típico pequeño grito, se fue elevando por el aire hasta quedar frente al rostro de la sagrada imagen. El embajador y su esposa contemplaban emocionados semejante suceso que jamás habían visto. El santo rezó unos momentos. Luego descendió suavemente al suelo, y como avergonzado, subió corriendo a su habitación, y ya no bajó más en ese día.

En Osimo, donde el santo pasó sus últimos seis años, un día los demás religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen María que estaba a tres metros y medio de altura, y darle un beso al Niño Jesús, y allí junto a la Madre y al Niño se quedó un buen rato rezando con intensa emoción, suspendido por los aires.

El día de la Asunción de la Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su última misa. Y estando celebrando quedó suspendido por los aires como si estuviera con el mismo Dios en el cielo. Muchos testigos presenciaron este suceso.

Muchos enemigos empezaron a decir que todo esto eran meros inventos y lo acusaban de engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos en Roma y este al darse cuenta que era tan piadoso y tan humilde, reconoció que no estaba fingiendo nada. Lo llevaron luego donde el Sumo Pontífice Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Y estando hablando con el Papa, quedó José en éxtasis y se fue elevando por el aire.

El Duque de Hanover, que era protestante, al ver a José en éxtasis, se convirtió al catolicismo.

En la vida de San José de Cupertino podemos ver cantidad de dones con los que el Señor adornó su humilde y piadosa alma. Es un santo en el que Dios derramó tanta abundancia de dones sobrenaturales que son incontables.

Fue elegido por sus Superiores a exorcizar demonios, lo cual el se consideraba indigno de hacer, y utilizaba esta frase: "Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mi, sino por la obediencia que le debo a mis superiores". Y los demonios salían.

También tenía el don de leer los Corazones, era buen confesor y cuando un alma se acercaba a confesarse el se podía dar cuenta de lo que a esta alma le atormentaba.

El don de Bilocación, (estar en dos lugares al mismo tiempo). Cuando su madre estaba muriendo en el pequeño pueblo de Cupertino, José se encontraba en Asís y percibió la necesidad de su madre. Una gran luz entró por el cuarto de la señora, era San José de Cupertino que había llegado. Su madre al verlo exclamó !oh Padre José, oh mi hijo!, y murió instantáneamente. Cuando sus superiores le preguntaron por qué estaba llorando tan amargamente, el contestó porque su madre acababa de morir. Hay muchos que atestiguan que el Padre José asistió a su madre en Copertino.

Multiplicaba panes, miel, vino, y cualquier comida que se le ponía en frente.

El don de Sanación Le recobró la vista aun ciego al ponerle su capa sobre la cabeza. Los mancos y cojos eran sanados al besar ellos el crucifijo que él ponía delante de ellos. Hubo una plaga de fiebre muy alta y los enfermos eran curados al hacerle la señal de la Cruz sobre su frente, bajándole la fiebre hasta la temperatura normal. Con la señal de la cruz, resucitaba muertos.

Tuvo el don de profecía, predijo el día y la hora de la muerte de los Papas Urbano VIII e Inocencio X. Predijo el ascenso al trono de Juan Casimir.

Tuvo también el don de tocar corazones hacia la conversión. El más conocido ejemplo fue el de el Príncipe John Federick, un luterano, que a los 25 años de edad fue a Asís con dos escoltas, uno católico y otro protestante. Entraron a la iglesia donde el Padre José celebraba la santa misa y, a la hora de la consagración, cuando el padre quiso partir la hostia; esta estaba tan dura como una piedra y tuvo que devolverla a la patena. El Padre José comenzó a llorar de dolor y a levitar a unos tres pies de altura. Cuando regresó al altar trató otra vez de partir la hostia y, haciendo gran esfuerzo lo logró.

Más tarde cuando los superiores le preguntaron por qué había demorado tanto para partirla, él respondió: "Mis queridos hermanos, la gente que asistió hoy a misa tienen el corazón demasiado duro, por eso el Cordero de Dios se endureció en mis manos y no podía yo partir la Hostia Consagrada."

Al día siguiente regresó el príncipe con los dos hombres a la misa y, cuando el Padre José elevó la Hostia, la cruz de la Sagrada Hostia cambió a negra. Causándole gran dolor y llorando empezó a levitar junto con la Sagrada Hostia por 15 minutos. El milagro del Padre José levitando con la Hostia en alto conmovió el corazón del príncipe a convertirse a la Fe Católica, igual que sus acompañantes.

El Padre José nunca aceptó ningún mérito por sus milagros, siempre se los acreditaba a su Madre María, a la cual siempre tuvo una gran devoción.

El Papa Bendicto XIV que era rigurosísimo al aceptar milagros, estudió cuidadosamente la vida de José de Copertino y declaró: "todos estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy especial de Dios".

Nadie se hace santo por tener dones sino por entregarlos amorosamente al servicio de Dios. Veamos pues la virtud de San José de Cupertino

La humildad del Padre José era constantemente probada. Un día un hombre arrogante le dijo: "Impío, hipócrita, no por ti, pero por el hábito de religioso que llevas tengo que respetarte. Yo creería en todo lo que haces si con la señal de la cruz sobre mi yaga me sanas". El contestó: "Todo lo que has dicho de mi es completamente cierto y haciendo la señal de la Cruz sobre las llagas quedaron sanadas totalmente."

Ejercitó totalmente el abandono y la obediencia, veía en la voz del superior, la voz del Señor y gozosamente obedecía. Por medio de su obediencia le entregaba a Dios no solamente su hábitos sino también su carne y deseos. Decía: "La obediencia es como un cuchillo por el cual se mata la voluntad del hombre y se le ofrece a Dios. Hace que el hombre se valla confortando con el cielo."

Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. Estuvo en Nápoles, Asís, donde vive en el Sacro Convento por 14 años, en Petrarubbia y Fossombrone. Finalmente llega al convento de San Francisco en Osimo. La gente descubría dónde estaba y allá corrían. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio:"Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que le pide recibe".

José de Cupertino murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.

Fue beatificado en 1753 por Benedicto XIV, y canonizado en el 1767 por Clemente XIII.


DAN BROWN AINDA NÃO SABE DISTO: SATANISMO NO VATICANO

Malachi Martin e o satanismo no Vaticano.

com 11 comentários



Caros amigos, ontem o jornal Libero relançou uma informação publicada em um livro de dois autores ingleses, Stephen Klimczuk e Gerald Warner di Craigenmaddie, intitulado Guia dos lugares mais secretos do mundo, que, por sua vez, repropõe uma antiga tese presente no romance do ex-jesuíta Malachi Martin, Windswept House (“A casa varrida pelos ventos”), publicado em 1996 e nunca traduzido para o italiano. A tese de Martin, segundo a qual um rito satânico teria sido celebrado na Capela Paulina do Vaticano, já havia sido retomada e aprofundada no último mês de maio pelo blog Fides et Forma, de Francesco Colafemmina:

“De acordo com o romance, em 29 de junho de 1963, no Vaticano, mais precisamente na Capela Paulina, foi oficiado um ritual satânico com a participação de altos prelados, bispos, simples clero e leigos. Segundo Martin, tratava-se de cumprir uma profecia do satanismo moderno, que anunciava o início da era de Satanás no momento em que um Papa tomasse o nome de Paulo. O último Papa Paulo foi Camillo Borghese, que morreu em 1621. Em 21 de junho de 1963, por sua vez, o Cardeal Montini foi eleito Papa, tomando o nome de Paulo VI. Martin relata então que esse ritual satânico foi organizado no Vaticano na noite entre 28 e 29 de junho de 1963, uma semana após a eleição de Paulo VI, a fim de entronizar Satanás no coração da Cristandade”.

“Os satanistas – escreve ainda Colafemmina – não puderam, no entanto, organizar um ritual completo: como poderiam trazer a vítima e o animal sacrifical ao Palácio Apostólico? Decidiram, então, combinar dois ritos a serem realizados ao mesmo tempo. Um, incruento, no Vaticano, na capela Paulina; e outro, cruento, a ser realizado nos EUA. Os rituais ocorreriam simultaneamente e iriam ser sincronizados através de um telefone. Quem o celebrou no Vaticano? Martin não diz. Fala apenas de prelados, sacerdotes e leigos. Quanto ao ritual paralelo ele é mais claro e conta que aconteceu em uma igreja paroquial, na Carolina do Sul, e o celebrou um tal “Dom Leo”. Um nome assim não deve ser casual. E, de fato, na diocese da Carolina do Sul encontramos, em 1964, o bispo Ernst Leo Unterkoefler”.

De acordo com o que se lê no romance de Martin, o ritual foi realizado na Carolina do Sul através de violência sexual contra uma criança, primeiramente drogada e depois abusada. Em vez disso, na Capela Paulina foi oficiado o ritual principal incruento, finalizado com a leitura de uma espécie de “consagração” do Vaticano a Satanás. Martin, que era secretário do Cardeal Bea, teria conhecido o conteúdo do Terceiro Segredo de Fátima e no romance, publicado pouco antes de sua morte e de toda forma antes de explodir o escândalo de pedofilia, fala dos abusos sexuais cometidos por expoentes do clero contra menores.

Na origem do ressurgimento desse obscuro e sinceramente inacreditável acontecimento, que tem todas as características do pior Dan Brown, está um episódio recente: um rito celebrado por Bento XVI em junho de 2010, ao fim da restauração da mesma Capela Paulina, que, como Colafemmina escreveu em Maio passado, teria sido reconsagrada pelo próprio Papa por causa do ritual satânico que nela teria sido celebrado. Em 1972 Paulo VI (e, portanto, nove anos depois da suposta celebração perversa) falou da “fumaça de Satanás” dentro do templo de Deus, e é verdade que uma sugestão similar foi feita também pelo exorcista Padre Gabriele Amorth (mesmo que para mim ele tenha dito que a sua palavra a respeito tenha sido demasiadamente enfatizada).

O que de fato aconteceu? Podemos realmente imaginar que na Capela Paulina, no início do reinado de Paulo VI, importantes prelados tenham cometido o repugnante sacrilégio descrito por Malachi Martin? A prova do evento obscuro e sacrílego seria a reconsagração realizada pelo Papa Ratzinger. Após a publicação do artigo de Colafemmina em maio do ano passado, procurei a confirmação do círculo papal e recebi, pelo contrário, somente desmentidos pontuais.

Neste momento me encontro no Vaticano e ontem tive uma conversa com uma pessoa próxima ao Papa, que desmentiu novamente que Bento XVI tenha reconsagrado a Capela Paulina. Houve sim, disse-me ele, um serviço para a retomada da celebração do culto após os restauros e a instalação de um novo altar, mas não uma nova consagração. Fiz, pessoalmente, perguntas explícitas a respeito e esta foi a resposta, que lhes relato. Claro, eu poderia esperar um desmentido frio da parte da própria Sala de Imprensa a esse respeito, justamente por conta da enormidade noticiada pelo Libero e da circulação que a notícia teve.

Há, de toda forma, uma outra razão que me faz duvidar sobre os fundamentos do episódio descrito por Martin em sua reconstrução romanceada. Por que Paulo VI — que acreditava, e muito, na existência de Satanás — não reconsagrou imediatamente a Capela Paulina logo que viesse a conhecer o suposto rito satânico? Por que teria ele esperado, deixando escrito ao seu sucessor o que havia acontecido? E por que o seu segundo sucessor, João Paulo II, não teria feito, ao longo dos 27 anos de pontificado, ele que havia realizado exorcismos no Vaticano e que também falava muito freqüentemente da presença do diabo? Em suma, a história do rito satânico me parece ter todas as características de fábula…




11 Respostas





Marcus Moreira Lassance Pimenta

fevereiro 8, 2011 em 8:22 pm
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Marcus Moreira Lassance Pimenta

fevereiro 8, 2011 em 8:28 pm

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Eu acredito que o satanismo foi sim introduzido dentro do vaticano , lí uma vez que um dos rituais deles era justamente abusar sexualmente de “meninos” para dessa forma ofender com mais força a Jesus que foi menino.

Ora, os maçõns também adoram a lúcifer enquanto outra vertente é satanista e será que ainda existe quem duvida que os ideais maçõns não triunfaram no Concilio Vaticano II . Se muitos Bispos foram maçõns logo tinham aliança com o maligno, se ta na chuva é pra se molhar.

Abaixo vai uma lista de muitos Cardeais que foram iniciados em lojas maçonicas


Christiano

fevereiro 8, 2011 em 9:01 pm

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Gostaria muito de acreditar nesses desmentidos do Vaticano, porém..Se foram capazes de esconder o Terceiro Segredo de Fátima dos católicos, imagine outras coisas gravemente equivalentes.

——x——

Ferreti,

Tenho uma curiosidade: A foto acima mostra a real Capela Sisitna antes da reforma ou só é uma ilustração fakeana?

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------


fevereiro 8, 2011 em 10:11 pm

Vejo muitas fábulas sobre a Igreja sendo espalhada por aí, mas essa aí realmente me deixa com um pé atrás… A julgar a atitude que vemos por parte de algumas pessoas dentro da Igreja, não se pode duvidar de todo.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Aline Michele

fevereiro 8, 2011 em 10:54 pm

Nossa Senhora já avisou que a apostasia viria do cume…

Israel TL

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

fevereiro 9, 2011 em 1:24 am

Se prelados brasileiros de ontem e de hoje forem acrescentados a esta lista, caro Christiano, teremos umas belas surpresas e algumas páginas a mais. Meu diagnóstico: a abolição do ANATEMA SIT no Código de Direito Canônico, assinado por JP II, serviu de incentivo e sensação de impunidade a quem já tendia à pouca vergonha. É curioso o fato que depois do dia 28 de Outubro de 1958 alguns temas tão graves (satanismo, maçonaria, comunismo, etc) simplesmente sumiram de toda e qualquer pauta da alta hierarquia. Eu não acho que o Satanás está de férias e talvez algo mais dele tenha entrado na Igreja além de sua sulfúrica fumaça.

Pe. João Clemente Santiago

fevereiro 9, 2011 em 7:52 am

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Caríssimo Ricardo, creio que seja uma montagem qualquer usada pelo Tornielli. Creio que sequer se trata da capela Paulina. Um abraço.


fevereiro 9, 2011 em 8:12 am

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Para os descrentes de que o inacreditável pode acontecer de fato.

Aristóteles dizia, em outras palavras que é verossímil que a realidade se dê de maneira inverossímil.

O que está a margem da probabilidade produz-se, de tal maneira que também é provável, mas não em absoluto. A razão disso reside no fato de que o inverossímil também ocorre e, por isso, o próprio inverossímil também é verossímil, dentro de certos limites.

Conforme os tempos correm, vemos que certos fatos, antes apenas classificados como possíveis e/ou inacreditáveis, tornam-se prováveis e/ou possíveis.

Este é um tema que bole com a fé: o golpe de mestre de Satanás seria colocar um ovo de serpente no coração mesmo da Igreja.

O atordoamento brumoso que a “piedade” atual faz na inteligência do fiel, instilada pela neo-catolicidade, faz com que os olhos do coração se fechem.

Aqui & Agora o que antes era classificado como anátema e heresia, agora é abraçado com “sincero desejo de compreensão”, “mútuo entendimento e respeito”, “tolerância”, “caridade”, isto é, aquilo que era denunciado, corrigido ou expurgado é agora assimilado como – quando muito! – engano e desvio; merecendo todas as justificativas, razões, motivos e desculpas, o fiel flerta com o perigo de perder o juízo, dado os [tristes] exemplos que o sufocam.

Resumindo: o Demônio é ardiloso e fará tudo para, por inveja, fazer perder as almas nos abismos. Entre as artimanhas, nada mais natural do que cooptar adeptos dentro da própria Alta Hirarquia, e lá fazer, na alma de cada um, penetrar a sua sulfurosa fumaça pestífera, contaminando, de chofre, o cerne da Igreja.
Marcus Moreira Lassance Pimenta

fevereiro 9, 2011 em 1:09 pm

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Depois que o anatema sit saiu de férias o satan começou a trabalhar mais e mais.

Crisóstomo

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

fevereiro 9, 2011 em 2:41 pm

Concordo com o Pe. João Clemente Santiago e o Marcus.

Vejam o que diz a MARIE-JULIE JAHENNY, ESTIGMATIZADA DE LA FRAUDAIS (+1941) nesse trabalho do prof. Fernando M. Gomide.

(…)
Mas ela aponta as causas de tal castigo: a apostasia na Igreja. Ela profetiza aquilo dito por Paulo VI em 1968 e 1969, respectivamente a “auto-demolição da Igreja” e a entrada “da fumaça de Satanás dentro da Igreja”. Eis seus oráculos:

“A Igreja será um sepulcro, um túmulo de silêncio e abandono… Preparai-vos a assistir aos funerais da Igreja, aos funerais do Calvário… Preparai-vos a assistir aos funerais da Sé do Centro, que treme sobre o abismo. Preparai-vos a assistir aos funerais daquele que é o sustentáculo da Igreja, daquele que tem em Seu poder todas as luzes pela sua autoridade de Santo Padre”.

“Ai dos pastores que abandonam o rebanho… Os discípulos que não são do Evangelho estarão em grandes trabalhos para refazer a seu talante e sob o empreendimento do inimigo, uma missa que encerrará palavras odiosas a Meu olhar”.

“Antes que chegue Meu reino de paz e ressurreição, é mister que Satã reine em plenitude, como um soberano”.

Acrescenta isto sobre a Igreja:

“Ela será entregue a todos os escândalos, a todas as profanações… o projeto dos inimigos da Igreja nesses dias, será elevar um grande barulho de suas vozes que saem de instrumentos que falam, esses instrumentos manejados pelos homens sujeitos ao poder do inferno. Serão espécies de músicas acompanhadas do canto mais ignóbil”.
(…)



Saturday, 5 February 2011

KROHN 1982: LOS EXAMES PSIQUIATRICOS


Los psiquiatras portugueses determinarán si el sacerdote Fernández Krohn sufre un desdoblamiento de personalidad

La suspensión del juicio ha provocado en Portugal sorpresa y alivio

Las lesiones mentales que podría sufrir Juan Fernández Krohn, el sacerdote español que protagonizó un atentado frustrado contra el Papa, se sitúan, según los especialistas, en el grupo de las enfermedades que los psiquiatras denominan esquizofrenias, caracterizadas por un desdoblamiento patológico de la personalidad de quien las sufre. La suspensión del juicio contra él, hasta que sea sometido a un examen psiquiátrico, causó ayer en Portugal alivio y sorpresa. Alivio, porque crecía el sentimiento de que la frialdad y la pasión mostradas al mismo tiempo por el supuesto agresor del papa Juan Pablo II podían tener un origen patológico en el acusado y determinar su procesamiento en condiciones de inferioridad manifiesta.

La suspensión causó al mismo tiempo sorpresa, porque la vista del juicio no despejó ni uno solo de los interrogantes que se ciernen sobre este extraño episodio, que ha conmovido la tranquilidad de un país como Portugal. Lo más pasmoso de este proceso es que nadie, ni los policías portugueses ni la escolta papal, ha podido demostrar que Juan Fernández Krohn empuñara la bayoneta con la que él repite obsesivamente que intentó atravesar el corazón del Papa "para vengar el honor de la Virgen de Fátima".

De lo sucedido en el santuario mariano en la noche del 12 de mayo de 1982 existen numerosos fotogramas, cintas de vídeo, película, que han recorrido todas las redacciones y televisiones del mundo, pero hasta el momento, en ninguna fotografía ha quedado impresionada la imagen del supuesto agresor con el arma homicida en la mano. Si existe prueba de ello, el tribunal comarcal de Vilanova de Ourem no la ha recibido, desde luego.

Por otra parte, no resulta explicable que sin existir la prueba decisiva, el acusado detalle incluso con gestos los movimientos con los que asegura que blandió la bayoneta, las estratagemas utilizadas por él para esquivar a la escolta del Papa y, todavía más, aporte al tribunal minuciosos datos sobre cómo, dónde y a quién compró la bayoneta, o asegure que ya en el mes de enero de 1982 se juró a sí mismo en la localidad italiana de Asís eliminar al Papa polaco con una espada.

Con una memoria prodigiosa, no desprovista de algunos extraños fallos, Juan Fernández Krohn reconstruyó ante el juez la mayor parte de las piezas del rompecabezas de los hechos, cargó sobre sí la responsabilidad del intento de asesinato, pero, pese a sus esfuerzos desesperados por inculparse, no consiguió suministrar la prueba decisiva. Sus autoconfesiones, según la legislación portuguesa, no pueden provocar el que sea condenado.

Sobre esta base, todos los observadores destacan que hay motivos más que suficientes para estimar como justa la suspensión del juicio decretada por los jueces de Vilanova de Ourem. En un gesto donde, al entender de todos, primó por encima de cualquier otra consideración la humanidad y la sensatez del tribunal, el acusado no regresará al banquillo en tanto los psiquiatras observen su conducta y dictaminen si la salud mental de Juan Fernández Krohn le permite comparecer nuevamente ante los jueces o, más bien, le convierte en objeto de cuidados médicos, para paliar una presumible dolencia de desdoblamiento de personalidad.

Episodios escalofriantes

En ocasiones, este desdoblamiento es tan agudo, que una y otra personalidad, adoptadas alternativamente por el mismo sujeto, se inhiben mutuamente tanto que todo aquello que se realiza bajo la presencia de la primera personalidad es completamente ignorado y olvidado por el mismo sujeto cuando permanece bajo el influjo de la segunda.Entre algunos enfermos por esta dolencia psíquica se han registrado algunos de los episodios más escalofriantes de la historia de la criminología. Sin embargo, según los expertos, no parece que Juan Fernández Krohn pueda ser adscrito a este tipo de afecciones mentales de un modo rotundo. Casi todos los especialistas creen que puede darse un conjunto de factores patológicos, entre los que destacan, junto a la esquizofrenia, la psicosis, la paranoia y algunas formas depresivas que se suelen ver revestidas por manifestaciones místico-religiosas.

El enfermo que padece alguna de estas dolencias o buena parte de ellas no puede ser reo de condena alguna, y su vida interior y exterior se caracteriza por un sufrimiento profundo, que hoy, con el desarrollo de la psiquiatría puede ser paliado ampliamente.

Lo conmovedor de la vista del juicio es la trabazón de los argumentos expuestos por Juan Fernández Krohn para inculparse del todo en unos hechos no probados. Con un rechazo categórico a toda posibilidad de exculparse, que tanto el fiscal como su abogado y como los testimonios de los testigos le brindaron repetidamente, insistió una y otra vez en su determinación nítida de eliminar al Papa.

No omitió referencias bíblicas, como cuando recordó que no utilizaba armas de fuego en Fátima porque para él las pistolas eran como Agar fue para, Rebeca, ni escatológicas citas latinas sobre versículos del Apocalipsis de San Juan, lo cual revistió sus manifestaciones de un carácter misterioso, indescifrable.

Nadie en Portugal cree que el juicio contra Juan Fernández Krohn se reanude en alguna ocasión. Volverlo a abrir puede implicar meses, incluso años. Pero, sobre todo, la magnitud de lo que pudo haber sucedido, y el escándalo que implicaría el que realmente no se persiguiera el móvil que el acusado asegura haber perseguido, convierte este episodio en algo especialmente molesto y digno de ser olvidado.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/JUAN_PABLO_II/FERNANDEZ_KROHN/_JUAN/PORTUGAL/psiquiatras/portugueses/determinaran/sacerdote/Fernandez/Krohn/sufre/desdoblamiento/personalidad/elpepiint/19821022elpepiint_5/Tes

FATHER CEKADA'S GUIDELINES ON MASS ATTENDANCE


Why Do Good Priests Leave Bad Impressions?


What kind of impression do we traditional priests allow people to get when they come to one of our Mass centers for the first time? Do these newcomers feel they've been encouraged to return? To help answer the question, let's construct a little scenario.

Imagine that you're a young Catholic layman with a wife and two small children. You're upset with the goings-on over at the local parish, St. Teilhard's. Almost everything there contradicts what you know is Catholic teaching. Liturgical practices run from the fuzzy and the bland to the wild and zoo-like. You've had enough.

You see an ad for the traditional Latin Mass. The bishop of the diocese has denounced the traditional Mass folks as renegades and non-Catholics. But (you figure) the bishop wouldn't know a real Catholic if one bit him on the nose.

You get up early on Sunday - the Mass center is half an hour away - pack your somewhat skeptical wife, your antsy six-year old and your rambunctious toddler into the car and head off.

You wander into the chapel and take a seat at the back. A dour-looking gentlemen appears with a little lace doily, thrusts it at your wife, and says "Here!"

Mass was scheduled for 9:00 AM. It starts fifteen minutes late. Father, it seems, was finishing up confessions.

Mass begins. You're impressed with the quiet reverence of the rite, but can't figure out what's going on.
Father goes to the pulpit. A whole series of announcements follow. Father reads a lengthy and hard-to-follow statement about who is forbidden to receive Communion - something about doubtful baptism, invalid marriages and the Novus Ordo (whatever that is).

He then gives a sermon castigating "liberal parents" for not sending their children to his school, and reads out everyone generally for not giving enough financial support to his school. What a sermon!

At least you thought it was the sermon. The Epistle and Gospel then follow in English. After this Father launches into a 25-minute denunciation of the Novus Ordo (There's that weird phrase again!) and the pope (I thought he was a good guy!), replete with pulpit-pounding and dire threats that anyone associated with either will probably go straight to hell.

Father stops dead halfway through all this and casts a withering stare in your direction. Your restless toddler, it seems, has been making noise. Your wife shamefacedly hushes the child.

At long last, Father winds up his 45 minutes of pulpit time and returns to the altar. You're impressed with the way the Mass proceeds - until Communion time, that is.

You receive Communion, but Father stops at your wife. "You're improperly dressed," he snaps, "and I'm not giving you Communion."

This mystifies you. She's wearing baggy slacks and a high-necked, sleeveless blouse - compared to the way the women dress over at St. Teilhard's, your wife is dressed like Queen Victoria.

She slinks away from the communion rail.

When Father finally leaves the altar it's 10:40 AM - one hour and forty minutes after Mass was scheduled to begin. (Later you learn that this was only Low Mass - and wonder how long the ominously-named High Mass would take.)

You head out in hopes of catching the priest to ask him a few questions. Too bad, the usher says, Father is already off to say Mass somewhere else.

You look for something to explain what went on. In the pamphlet rack, all you find are a couple of old novena books.

Most of the people ignore you - but not everyone. One lady latches on to you. After some brief preliminaries she warns you that the priest is really a monster. She is joined by another woman who tries to be very helpful about explaining the situation in the Church after Vatican II. Something about flying saucers, and how the pope is really a robot controlled by a computer in Brussels named "666." She learned this, she confides, when she was held captive by David Rockefeller in the dungeon of the Chase Manhattan Bank.
"Speaking of which," you say with a wan smile as you and your wife edge sideways towards the door, "Time for us to 'chase' off to breakfast."
. . . . .
It would be nice to tell you that I've invented the foregoing horrors merely to make a point. Alas, I've either perpetrated them myself at various points in my priestly life, or allowed them to go on at Mass centers I've served - though mercifully (I hope!) not all on the same day.

We priests who say the traditional Mass often conduct our ministry without giving too much thought to the "unconverted" - lay Catholics who are profoundly dissatisfied with the new religion, but who are still trying to figure out what to do in the practical order. These souls may hear about a traditional Mass in their area and decide to check it out. They probably know that the Conciliar establishment considers us renegades. It's a big step for them to walk in the door of a traditional chapel on a Sunday morning. When they do, it may be our only chance to convince them. If these newcomers receive a bad impression the first time around (that we are insular, weird, a clique, etc.), the chances are, short of an extraordinary miracle of divine grace, that we will never see them again. How might we improve this first impression?

As a first step, traditional priests ought to look at what goes on in their chapels from the perspective of someone who is coming to the traditional Mass for the first time.

In our scenario, is it likely that the hapless father of two would return? Hardly. While he started out well-disposed toward the traditional Catholic faith and has made what he considered a considerable sacrifice to investigate matters, just about everything he encountered militates against him proceeding further. The lay people he encounters are rude or weird. He's received no information about what's going on. Odd rules with unfamiliar terms are announced. The operation seems poorly organized. The announcements and sermon are windy tirades. The priest humiliates the man's wife and children. And the whole thing goes on forever. Everything, in short, is like a giant arrow pointing the poor layman and his family back to St. Teilhard's.
These specific difficulties represent failures in communication, good manners, common sense and charity. The priest in charge of a Mass center neglects to provide a potential "convert" with proper information, or allows him to be treated like a leper when he shows up.

Here are some practical suggestions to avoid this problem.

1. Instruct your ushers on how to be polite and considerate to new people.

The first traditional Catholic the newcomer will encounter may be an usher. Make sure the usher knows he's supposed to be helpful, polite and diplomatic to newcomers. He's not supposed to stand around doing nothing, like a cigar-store Indian. Nor on the other hand should he act like the East German Grenzschutz patrolling the Death Strip.

When newcomers arrive, the usher should give them booklets with the Ordinary of the Mass, and give ladies chapel veils. He should conduct newcomers to places where they won't feel too conspicuous. (Imagine coming to the traditional Mass for the first time and winding up in the first pew at High Mass. Even some people who've been with us for years can't figure out when to stand, sit and kneel.)

If a lady arrives dressed improperly, the usher should know how to deal with the situation diplomatically. For borderline cases, you may want to have the usher discreetly lead newcomers to the choir loft or cry room.
After Mass, the usher should keep an eye out for new people and direct them to the social area.

2. Start Sunday Mass on time.

One feature of normal parish life is that the priest emerges from the sacristy on time. A Mass scheduled for 8:45 AM should begin at 8:45 AM. Some parishes before Vatican II even had mechanical sacristy chimes which sounded automatically when services were to begin.

While circumstances beyond your control may occasionally force you to begin Mass a bit late (a delayed flight, missing altar boys, etc.), don't make it a habit. Starting Sunday Mass at the appointed hour is an act of consideration toward those layman who arrived on time, and is a good example to those inclined to be late. An egregiously late start will leave the newcomer with the impression that you are disorganized.

3. Avoid protracted pulpit announcements.

These needlessly stretch out the length of Sunday Mass. Announcements are not supposed to be mini-sermons, so limit yourself to a few brief comments on one or two events of particular importance, and then refer people to your bulletin. If nothing truly significant is going on during the coming week, don't bother to make announcements, other than the one directed toward newcomers. (See below.)

4. Provide first-time visitors with a pamphlet containing Communion and dress code rules.

Rather than reading a complex set of Communion and dress code rules at announcement time, prepare a simple and politely-worded pamphlet containing all the requisite information. Have copies in the pews, and ask newcomers to read it.

5. If you occasionally do parish mailings, have visitor cards in the pews.

Some first-timers may not be willing to register as members right away, but would like more information. Consider providing a visitor card where they can give you their name and address without actually joining the church. Put one box on the card for them to check if they'd like more information, and another if they'd like an appointment to visit with the priest. Put them on your church mailing list so they can be kept apprised of various church activities. If they don't come back right away, a parish mailing at a later date may get them thinking.

6. Give a free information packet to newcomers.

This should include a short and simple pamphlet on the differences between the traditional Mass and the New Mass, and (if possible) another pamphlet on the effects of Vatican II. Other items could be added: a guide for using the Missal, a booklet with the Ordinary of the Mass, a pamphlet on how to say the Rosary, an inexpensive rosary, an examination of conscience form, holy cards, and various devotional pamphlets.

7. Stock a selection of good Catholic reading material.

Ideally, every traditional chapel, even a small one, should have a book and religious goods table of some sort. A selection of standard books on the spiritual life, Church history and Catholic doctrine should be kept in stock, as well as vernacular missals, devotional manuals and religious items. Longer works on the post-Vatican II crisis and the New Mass, and various traditional Catholic periodicals should be prominently displayed so that a newcomer can educate himself on the issues.

Don't forget to check the table periodically to insure that someone hasn't put out objectionable literature potential converts would find bizarre. (The flying saucer lady may have written a pamphlet on her visit to the Chase Manhattan.)

8. Every Sunday make at standard announcement welcoming new people.

This idea may sound a bit corny. But remember that the traditional Mass is a completely different world from what the newcomer normally experiences on a Sunday. You should try to make him feel a bit at home.
My standard announcement runs something like this:

"If you're new at St. __________'s, we welcome you to the traditional Latin Mass.
"In the pews you'll find a pamphlet explaining our communion rules. Please take the time to read them over before you receive Holy Communion.
"Also in the pews is a Visitor's Card. You may want to use this to give us your name and address so we can put you on our mailing list. We send out a letter periodically to apprise people of our church activities. There are also boxes you can check if you'd like to receive further information, or if you'd like an appointment to speak with a priest.
"If, however, you'd like to register as a member of St. __________'s, there are special cards available for that purpose in the vestibule.
"Also available free of charge to newcomers is a little information packet which explains the differences between the traditional Latin Mass celebrated here at St. __________'s and the New Mass celebrated in your parishes. Please pick one up in the vestibule or at the book table.
"We have a fine selection of Catholic literature available at our book table.
"Coffee, doughnuts and snacks are also available in the church social hall downstairs after all Masses. We invite you to stop by.
"If you have any questions, please don't hesitate to speak with me after Mass."
It may seem like a lot, but once you've got it down, you can make the announcement rather quickly.

9. When preparing a sermon, remember that there may be newcomers in the congregation.

The easiest types of sermons to give are doom-and-gloom harangues, foaming-at-the-mouth anti-Novus Ordo diatribes, or tirades against other traditional groups. Preaching this way requires little or no preparation, since about all you need do is lock on the target du jour and rave till you run out of steam.

Some traditional priests have been feeding their congregations a steady diet of this thin and bitter gruel every week for years. This disedifies newcomers and cheats the old-timers. Far better to present a good mix of topics: the lives of the saints, exposition of Catholic doctrines, ascetical practices, the sacraments, liturgical texts, etc. These are subjects people in the Novus Ordo hear precious little about.

When you decide to preach a sermon pointing out (as you should) some evil of the new religion, be particularly careful in your preparation. Get your facts straight (obviously), and try to make an argument which will strike people as objective. This will be far more convincing to the "unconverted" or skeptical among your hearers than a string of buzzwords and bromides indignantly shouted with quaking voice.

10. Keep your sermons short.

Good, effective writing, all the style manuals say, is ninety percent editing. Over the course of two millennia, several thousand books have been written on any standard sermon topic you choose. Don't weary the people by trying to give it all to them in an interminable sermon. Unless you're another Lacordaire or a Fulton Sheen, twelve to fifteen minutes should be long enough on an average Sunday.

Choose two or three clearly-formulated points, tell a story, give the people something specific about each point, sum up, and quit. "Be bright, be brief, and be gone," my old rhetoric professor used to say. "And if God hasn't given you the gift of being bright, at least be brief and be gone." If you're a windbag, you will irritate newcomers and put your regulars to sleep.

11. Don't single out someone for public correction unless his conduct is not only improper, but also obstinate.

The wailing baby during the sermon is the classic case. Usually parents are considerate and will remove the child. Sometimes, though, this won't dawn on them right away - after all, Mom and Dad are used to the crying. A new couple, moreover, may be the ones whose child has the lung capacity of the Hindenburg. If you get angry, you may lose them.

Parents may get the hint if Father pauses in his sermon and, with a confused look on his face, eyes his sermon notes as if he's lost his place. If you proceed and the problem still continues, try to find a diplomatic way to phrase the second hint.

If the ushers have done their job and if new people have a pamphlet containing the rules for receiving Holy Communion, you'll have few problems at the communion rail. The occasional woman who shows up for the first time in slacks, but is dressed modestly otherwise, should probably not be turned away. She hardly seems to qualify as one of the indigni to whom the sacraments must always be refused; chances are, she is not of bad will, and just wasn't paying attention.

Some traditional priests like to conduct lengthy interrogations at the communion rail. I've never seen this recommended in any moral theology book, and I never remember a priest doing it at even one of the countless Masses I served before Vatican II. If this sort of thing is your cup of tea, it may be better to have the ushers interrogate people as they're coming in before Mass.

12. Have coffee and snacks available after Sunday Masses.

Few of our parishioners live near our Mass centers. They appreciate something to eat and drink before they begin their trip home, especially if they have a platoon of hungry children in tow. In most places, moreover, the only occasion our people have to socialize with fellow traditional Catholics is after Sunday Mass. If you have coffee and snacks available, you'll be able to build up some parish spirit and offer newcomers an opportunity to meet other Catholics.

13. Assign some well-spoken parishioners to seek out newcomers.

In every traditional chapel, you can always find people who are not only knowledgeable and highly articulate about the traditional movement, but also very outgoing and sociable. Ask them to look for new people after Mass, make them feel at home, and discuss thing with them. This prevents the parish troublemaker or the local seer and mystic from pouncing on the hapless newcomer.
Assigning someone to the task of explaining things to new people will also allow you some time after Mass to make a short thanksgiving and then go immediately to the social area so you can.

14. Make a point of speaking personally after Mass to any newcomers.

This initial contact with the priest may make all the difference between a newcomer returning to the traditional Mass or staying away. If you, the priest, engage newcomers in conversation, they can ask questions. In a few minutes after Sunday Mass, you can put some of their fears to rest, and explain in a simple way what traditional Catholics are doing and why it's right. Make a point of inviting newcomers to phone you or come it for a chat if they should have further questions.
. . . . .
The foregoing list is not exhaustive by any means. Some suggestions may belabor the obvious, and not all of them may be feasible or even useful in every traditional chapel. They are, in any event, the product of much trial and error over the years.

We traditional priests sometimes feel we can win converts solely by appealing to intellects. But when people first come to the traditional Mass, they may not be ready for cold logic right away - Non in dialectica complacuit Deo salvum facere populum suum, St. Ambrose reminds us. If, when newcomers arrive for the first time, we treat them with consideration, good manners, common sense and charity, we stand an excellent chance of seeing them again.

(Sacerdotium 11, Spring 1994).


PRINCESA MARIA ADELAIDE DE BRAGANÇA


NO PASSADO DIA 31 DE JANEIRO COMPLETOU 99 ANOS UMA GRANDE DE PORTUGAL

As mais extraordinárias obras são por vezes desconhecidas da imensa maioria, para quem apenas é notícia aquilo que a imprensa entende divulgar. As obras de assistência social são hoje geralmente aceites como da atribuição desse ente que flutua acima das nossas mortais consciências e que se convenciona denominar como Estado. Esta mirífica entidade do éter, é afinal a soma de todos os portugueses e esta é uma clara verdade que não queremos reconhecer, devido ao muito luso e atávico costume do desinteresse pela coisa pública. Esquecemos facilmente associações beneméritas – algumas velhas de séculos – e que preencheram o imenso vazio que as mentalidades de outrora votavam a de dezenas de gerações que permaneceram na desafortunada base da pirâmide social.

Outra injustiça a apontar, consistirá sem dúvida, no progressivo e intencional desprestigiar de termos que encontram a sua razão mais profunda naquilo que de essencial deverá ter o cristianismo que conformou a Europa que conseguimos ser: a Caridade, hoje olhada como princípio anacrónico nos países do Sul, mas que noutras paragens onde o desenvolvimento humano é a essencial condição para a paz social, consiste num elo fundamental da educação geral, cobrindo intransponíveis lacunas e erguendo bem alto, a verdadeira solidariedade que se traduz num trabalho permanente e sempre no sentido da formação das gentes. Deverá ser essa então, a grande função de uma Igreja que se ainda impressiona pelo aparato de Te Deums e de cerimoniais herdados de milenares e já desaparecidas civilizações, encontra a sua quase exclusiva razão de ser na protecção, resgate e emancipação dos mais desprotegidos.

Ao longo da nossa História, muitas foram as personalidades que se interessaram verdadeiramente pelo outro, sem que isso obedecesse às normais e aceites regras impostas pelo preceituado social vigente. Quantas vezes anonimamente dedicaram as suas vidas a quem menos podia, enfrentando a mofa e o preconceito, removendo colossais escolhos para a prossecução de uma obra e crendo num futuro melhor e mais justo?

Dª Maria Adelaide de Bragança é um destes exemplos desconhecidos para a imensa maioria dos portugueses. Residente na Outra Banda, em Murfacém (Trafaria), tem um percurso de vida que no século XX português só pode encontrar paralelo na grandiosa obra benemérita – e também na maior parte das vezes no mais rigoroso anonimato – da rainha D. Amélia.

Nasceu a 31 de janeiro de 1912, em S. Jean de Luz (França), quando a Lei do Banimento impedia a presença de membros da Casa de Bragança em solo português. Viveu a juventude na Áustria, trabalhando como assistente social e enfermeira. Durante a II Guerra Mundial percorria a cidade durante os bombardeamentos nocturnos, prestando o auxílio às vítimas. Membro do subterrâneo movimento de resistência anti-nazi, foi detida e condenada à morte, pelo tribunal fortemente controlado pela Gestapo e apenas a intervenção de Salazar junto de Berlim, permitiu a sua libertação, sob a protecção do Estado português, alegando a sua condição de Património Nacional. Imediatamente deportada para Suíça, ali permaneceu junto do seu exilado irmão D. Duarte Nuno, Duque de Bragança.

Casada com o médico holandês Nicolaas van Uden, estabeleceu-se em Portugal em 1949 e iniciou a sua actividade de âmbito social na zona da Trafaria e Monte de Caparica. Dedicou-se à protecção às crianças das áreas degradas, recolhendo-as sob os auspícios da Fundação D. Nuno Álvares Pereira (em Porto Brandão), à qual presidia. Durante anos criticou desassombradamente a 2ª República pelo seu pendor repressivo e pelo caótico estado de pobreza a que votava uma grande parte da população portuguesa. Era uma visita bem conhecida dos mercados, onde sempre podia contar com o precioso auxílio das vendedoras de géneros que jamais regateavam aqueles bens essenciais à subsistência dos numerosos protegidos da Infanta.

Ainda vive e aos 99 anos permanece num rigoroso anonimato, mas sempre interessada no dever para com o próximo e no abnegado cumprimento da missão entre nós pioneiramente iniciada pela sua madrinha de baptismo, a Rainha Dª Amélia.

Nas memórias de Álvaro Lins, o embaixador do Brasil em Lisboa, para sempre ficou conhecida como a Infanta Vermelha. Dª Adelaide bem merece ser considerada como uma Grande de Portugal.

Nuno Castelo-Branco



Ontem, por ocasião duma pequena entrevista para o próximo número do Correio Real, desloquei-me com o nosso ilustre presidente João Mattos e Silva à outra banda onde tivemos o privilégio de privar por umas horas com uma verdadeira Princesa, tão ou mais encantada que as dos romances e do cinema: falo de D. Maria Adelaide de Bragança, infanta de Portugal, que por insólita conjugação de duas paternidades muito tardias e da sua provecta idade, é hoje uma neta viva do rei D. Miguel, esse mesmo do absolutismo e do tradicionalismo, da guerra civil de 1828 – 1834.

D. Maria Adelaide nasceu em 1912 no exílio, em St. Jean de Luz, cresceu e viveu na Áustria aventuras e desventuras de pasmar: habitando no olho do furacão, após a I Grande Guerra coabitou com os ocupantes comunistas da quinta em que vivia, dos quais recorda dos seus esbeltos cavalos e boinas vermelhas. Mais tarde, durante a ocupação nazi, foi presa pela Gestapo por várias semanas em Viena onde como enfermeira se juntara à resistência e acudia os feridos entre bombardeamentos. Foi nestas correrias e aflições que veio conhecer um estudante de medicina de seu nome Nicolaas van Uden com quem casou.

Regressada a Portugal em 1948 após a revogação da lei do banimento, a Infanta veio residir perto da Trafaria, onde criou a Fundação D. Nuno Álvares Pereira, instituição de apoio a mães pobres em fim de gravidez e crianças abandonadas, dedicando fervorosamente a sua vida aos mais desfavorecidos.

Longe das fugazes ribaltas e feiras de vaidades, a Senhora D. Maria Adelaide, afilhada de baptismo de D. Amélia e D. Manuel II, além de constituir um precioso testemunho vivo, directo e indirecto, da História dos últimos duzentos anos, é um verdadeiro exemplo de profunda Nobreza aliada a uma invulgar bravura e irreverência.

João Távora

(Fonte: Blogue da Real Associação de Lisboa)

Dona Maria Adelaide Manuela Amélia Micaela Rafaela de Bragança

(Leiam a mais recente entrevista a Dona Adelaide nas páginas 8 e 9 do Correio Real nº 2)

Publicada por Real Associação Beira Litoral em 00:10

Sábado, 5 de Fevereiro de 2011


Tuesday, 1 February 2011

DON DAVID PAGLIARIANI NO SA SE LE CAMERE A GAS SIANO EXISTITE

ALFRED DELP SJ RESISTENTE NAZI

Grandes heróis para todos os tempos: Alfred Delp, SJ (1907-1945)



Alfred Delp era um membro alemão da Companhia de Jesus, que foi executado por sua resistência ao regime nazista.

Alfred Delp nasceu em Mannheim, Alemanha, de uma mãe católica e pai protestante. Apesar de católico batizado, ele depois se tornou um luterano. Aos 14 anos ele deixou a igreja luterana e recebeu os sacramentos da Primeira Eucaristia e da Confirmação como católico. Em sua vida adulta Delp foi um fervoroso promotor de melhores relações entre as igrejas.

Delp juntou-se aos jesuítas em 1926. Nos próximos 10 anos, ele continuou seus estudos e trabalhou com os jovens alemães, apesar disto ter-se tornado difícil a partir de 1933 com a interferência do regime nazista. Delp foi ordenado sacerdote em 1937.

Impedido de continuar seus estudos por razões políticas Delp trabalhou na equipe editorial da publicação jesuíta Stimmen der Zeit (A Voz dos Tempos), até que foi suprimido em 1941. Ele então foi designado como pároco da Igreja de St. Georg, em Munique. Delp secretamente usou sua posição para ajudar os judeus a fugir para a Suíça.

Preocupados com o futuro da Alemanha, Delp se juntou ao círculo Kreisau, um grupo que trabalhou para criar uma nova ordem social. Ele foi preso com outros membros do círculo após a tentativa de assassinato de Hitler em 1944. Depois de sofrer tratamento e torturas brutais, Delp foi levado a julgamento. Apesar de não saber nada sobre a tentativa de assassinato, a Gestapo decidiu enforcá-lo por alta traição.

A Delp foi oferecida a liberdade se ele renunciasse os jesuítas. Ele se recusou e foi enforcado em 02 de fevereiro de 1945. Seu corpo foi cremado e suas cinzas, espalhadas em um campo desconhecido.
Alfred Delp deixou cartas enviadas da prisão. Elas revelam um homem de coragem que disse ao capelão da prisão que o acompanhou até sua morte: "Em meia hora, eu saberei mais do que você."



Câmara da prisão de Plötzensee, onde a sentença de morte a
Delp pelo Tribunal do Povo foi executada, em 1945